Cristo en la Cruz Vivo, el Excehomo, el Cristo Muerto, la Piedad, la Dolorosa, y el Cristo Yacente serán las imágenes que un año más recorrerán las calles de Dalt Vila hasta la Marina y Vara de Rey. Detrás de todo el desfile procesional se encuentra una intensa labor de ensayos y preparativos dirigidos por los presidentes de las cinco cofradías de Eivissa Ultima Hora Ibiza y Formentera se propuso reunir a los representantes de las cinco cofradías para que diesen su propia visión de la Semana Santa.
Al final, tras muchas llamadas y esfuerzos por parte de los convocados acudieron a la cita que se produjo en uno de los salones de Santa Creu César Salvador y José Luis Marí, de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, Alberto López, de la del Santo Cristo de la Agonía y Antonio Villalonga, en representación de la del Santo Cristo del Cementerio. Cuatro jóvenes ibicencos que representan, sin duda, el relevo generacional y aseguran el futuro de unas celebraciones que cuentan con un gran número de seguidores. «La Semana Santa es una procesión que en realidad son dos: a la que pertenecemos y la que cada uno lleva dentro», explicó César Salvador.
«Es una cosa íntima», matizó Antonio Villalonga, al improvisar una rápida definición de estas celebraciones. Las razones para formar parte de las filas de una cofradía y participar de una forma activa en la Semana Santa son muchas. Alberto López las resumió: «Hay gente que va por folklore, gente que va por pasión, gente que va por tradición, porque lo lleva de corazón, gente que hace promesas...». Pero en lo que todos coincidieron fue en señalar lo que citó José Luis Marí , lo satisfactorio que resulta trabajar en equipo con el resto de compañeros y compañeras de la cofradía para sacar cada Viernes Santo la procesión adelante, a pesar de las horas de trabajo que todo ello lleva detrás.
«Cuando ves que las calles están a tope, que hay un silencio, te emocionas», expresó César. «Todavía me acuerdo de años en que no se pasaba nada bien porque había mucho público que se dedicaba a asistir a la procesión para reírse de los cofrades, de los penitentes, y les tiraba cosas al suelo, chillaba... Ahora, afortunadamente, esa gente se queda en casa», añadió el representante de la Dolorosa. «La gente que viene a la procesión ahora es respetuosa», dijo Alberto. «Es algo que se ha normalizado», expresó César. «Cuando comenzó la democracia, en el 77 y 78, mucha gente dejó de ir a la procesión como un acto de rebeldía», recordó Antonio.
En los últimos años las tres cofradías han experimentado una renovación en sus filas. Además de los veteranos, el número de cofrades se ha visto engrosado por un gran número de hombres y mujeres jóvenes interesados en participar en una celebración que invita a la intimidad y a la reflexión. «Ahora se ha estancado pero el año pasado y hace dos años hicimos muchos trajes nuevos», resaltó César. Alberto explicó que en su cofradía también aumentaron los socios: «Hay momentos de auge, ahora la cosa se ha estabilizado». «Es una cosa imprevisible. A veces un cofrade se trae a unos cuantos amigos y eso hace que se crezca», matizó Antonio.
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