Los cuatro 'caramellers' de Sant Joan interpretaron piezas recordando cómo fue el nacimiento de Jesús. Foto: M.FERRER.

Sant Joan se levantó ayer con la resaca de la Navidad pero con el ánimo renovado, ya que la parroquia de la localidad se engalanó para celebrar el día de Sant Esteve como marca la tradición, con caramelles. La escuadra de cantantes de la localidad interrumpió un año más la ceremonia religiosa después de que el sacerdote leyera el sermón para recrear la historia del nacimiento de Jesús y la persecución de Herodes, tal y como manda la cultura oral de las Pitiüses.

Numerosos feligreses acudieron ayer a la parroquia de Sant Joan de Labritja llamados por la escuadra de caramellers de la localidad y por el día de Sant Esteve, una jornada propicia para revivir el nacimiento de Jesús a través de una manifestación folklórica que impregnó las paredes del recinto parroquial durante aproximadamente veinte minutos, una vez que el cura dio su beneplácito tras recitar la Palabra de Dios. Ses caramelles son unos textos cantados cuyo origen se remonta a la época en la que reinaba Alfonso X el Sabio, cuando éste escribió las Cantigas. Pero hubo que esperar más allá del siglo X para que generación tras generación los cánticos adquirieran connotaciones catalanas, hasta el extremo de ser asumidas como vehículo de la cultura oral de las Pitiüses.

Dos de los componentes efectuaban los cánticos, con sonidos reiterativos, cambios de entonación y con la letra bíblica típica de esta manifestación popular. Los mismos protagonistas tocaban a la vez las castanyoles y el s'espasi, mientras que los otros dos que completaban la escuadra se encargaban del tambor y la flauta. Los asistentes acudieron a la cita con sus mejores galas, lo que acentuó el ambiente festivo de la jornada. La escena la presidió en todo momento el Niño Jesús, que se instaló delante de altar, junto a los caramellers.

Al terminar la actuación, los cantantes se sumaron al resto de feligreses para salir en procesión por las calles de Sant Joan de Labritja con los santos. Al finalizar la misma el cura continuó con la ceremonia religiosa en el punto donde se quedó después de cantar ses caramelles. Después de otros veinte minutos la atención se trasladó a la plaza de la Iglesia, donde la colla de Labritja aportó los tintes típicos que restaban para completar la mañana folklórica. Los asistentes pudieron saborear las viandas típicas de la tierra, como los bunyols y el vi pagès.

La siguiente cita con ses caramelles será el domingo 30 a las 11 horas en la parroquia de Puig d'en Valls y a las 20 horas en la parroquia del Roser, ambas protagonizadas por la Associació Xacoters de Sa Torre. El año comenzará también con estos cánticos en Sant Jordi de ses Salines, Sant Carles, Sant Rafel y Sant Agustí.