Sant Mateu d'Aubarca celebró ayer por la tarde el undécimo encuentro con el vi pagès, una forma de valorar de manera popular la cosecha del año 2001 y dar sentido a la tradición vinícola de una zona de la isla eminentemente productora de caldos. La cita cumplía así con el compromiso adquirido el sábado anterior, día en un principio fijado para el encuentro y que se aplazó una semana por la lluvia. Ayer no cayó agua pero hizo mucho frío, que fue rápidamente combatido por las hogueras, los caldos y la música.

Un hilera de coches aparcados en la cuneta a la entrada del pueblo, un despliegue especial de la Policía Local de Sant Antoni, las luces de la pista polideportiva y el humo de las hogueras fueron los indicadores de que allí todo estaba listo desde las seis de la tarde para celebrar la undécima fiesta del vi pagès. La Asociación de Vecinos ocupó la instalación a primeras horas del día para preparar la cita. 400 kilos de sobrasada, 200 de butifarra y 700 litros de vino de diferentes cosechas privadas fue el arsenal que dio sentido a la fiesta. Los caldos se sirvieron en porrones de manera gratuita. Cada recipiente llevaba inscrito un número que indicaba la propiedad del vino, lo que se utilizó para distinguir los sabores entre uno y otro.

El asistente al acto pudo saborear las viandas típicas previo pago de 500 pesetas, precio por el que accedía a media tripa de sobrasada, pan y pincho. Después cada cual se encargaba de cocinar el alimento a su gusto. Para tal fin se colocaron en la pista seis bañeras que actuaron como parrillas improvisadas. El efecto de los vinos provocó que a más de uno se le olvidará que había puesto el embutido en la lumbre. En esos casos lo que a priori se presentaba como un exquisito manjar pasó a ser pasto de las cenizas. Los porrones pasaban de mano en mano sin que hiciera falta pedirlos. El sentido de la convivencia festiva quedó ampliamente demostrado y los cientos de personas allí presentes aprovecharon la tarde para homenajear al vino.

La fiesta se inauguró oficialmente con el mensaje del presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Mateu y productor de vinos, Joan Bonet. Sus palabras dieron paso a la actuación del grupo folklórico de ball pagès de la localidad, quien después de ofrecer los pasos típicos cedió el testigo a la orquesta Sandombe, que amenizó el resto de la fiesta. La hora punta de la misma llegó sobre las ocho y media, cuando en el exterior de la pista no quedaba ni un hueco para aparcar y en la pista ni un rincón en el que bailar. La Policía Local tuvo que cortar el tráfico por un sentido de la calzada para que al finalizar el encuentro no se produjera un caos circulatorio.

Los más golosos pudieron acceder a ensaimadas y bunyols. Ayer no podía faltar de nada porque a Sant Mateu llegó gente procedente de los cinco municipios de Eivissa. Cuando los porrones empezaron a vaciarse de manera alarmante el público comenzó a retirarse, como si un rumor envolvente les invitara a abandonar poco a poco el lugar hasta 2002.