La situación que vive Argentina se ha radicalizado en las últimas jornadas hasta el extremo de sembrar la alerta, con saqueos en supermercados, las sedes institucionales patas arriba, la dimisión de las carteras ministeriales y la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. La recesión ha conducido al país al borde de la quiebra. Cuatro exiliados argentinos residentes en Eivissa han comentado a Ultima Hora Ibiza y Formentera las impresiones que desde la distancia les despierta la crisis en su país de origen. La psicoanalista Paula Malugani, la profesora Norma Ciruli, el crítico de música en este diario Pedro Echarte y el ceramista Daniel Peribáñez comparten mesa para hablar con un espíritu crítico de un lugar que les une en la distancia: Argentina.

La tertulia comienza con los comentarios que despierta una frase que un ciudadano argentino expuso para los medios de comunicación en plena revuelta: «El problema de Argentina es creer que Argentina tiene solución». A Norma Ciruli esa sentencia le trae recuerdos: «Es el motivo por el cual yo no vivo más en Argentina. La solución está lejos del alcance del pensamiento habitual en el país. Si el mismo presidente fue incapaz de encontrarla, prácticamente es decir que no existe. Aunque alguna tendrá que haber porque un país no lo van a cerrar, alguien se tendrá que hacer cargo de la situación». Por su parte, Paula piensa que «la frase es una paradoja; no se pueden buscar soluciones por los mismos caminos que nos han llevado al naufragio».

Pedro Echarte va más allá y considera que pensar así significa perder el sentido del Estado: «El problema de esa frase se queda en ese 'Argentina tiene solución'. Es un síntoma de la globalización. Desde la caída del Muro ha nacido un liberalismo sin freno que ha instaurado la ley de la selva, que aprovechan los descerebrados con fusil para cargarse a los que les molestan. Es el fracaso del Estado como regulador de las relaciones sociales». Daniel Peribáñez piensa que esas frases nacen de la falta de esperanza: «Aunque la solución no se vislumbre, cuando quede todo arrasado se podrá hacer algo. No hay esperanza, preferimos seguir con el 'peor que ahora nunca' y siempre aparece algo peor».

Cada uno de los invitados hace un seguimiento más o menos apegado de la crisis. «Vivo acá desde hace 14 años pero al abrir el periódico hoy no pude evitar ante ciertas fotos que se me cayeran las lágrimas», comenta Paula Malugani. Pedro Echarte y Norma Ciruli se muestran más escépticos. El primero aclara que él vio cosas similares hace 30 años: «Esas fotos han sido imágenes que yo he visto allí hace 30 años, fotos a las que ya me había enfrentado in situ. Entonces desde aquí me da la sensación de que en Argentina no ha cambiado absolutamente nada». Norma piensa que puede ser que la versión esté sesgada: «Pienso que nos ha llegado lo más impactante porque ayer hablé con una persona que vive en uno de los barrios más populares de la periferia de Buenos Aires, el de Sáenz Peña, y no había pasado absolutamente nada».

Daniel está pendiente de todos los medios de comunicación porque la crisis le interesa mucho. «Los medios de comunicación me dan una versión muy triste, que me indigna. Plantean que vuelva Carlos Menem, una persona que ha generado parte de la situación actual. Es como vivir el telediario irreal que aparece en muchas películas». Una de las vías a las que los argentinos han recurrido siempre para evadirse y olvidar que viven bajo una crisis insostenible ha sido el fútbol. Se ha dado el caso de algunos que han estado un día sin comer porque preferían adquirir unas entradas para ir a ver al equipo de sus amores. «Eso no sólo pasa con los argentinos porque en España hay gente que se pasa dos días bajo la lluvia para sacar una entrada, sin pensar en si tiene cubiertas sus necesidades mínimas», matiza Daniel Peribáñez.

La profesora añade que «para despedir a Maradona hace algo más de un mes invirtieron muchos millones de pesetas...». Pedro Echarte justifica ese aspecto porque «el hombre necesita evadirse y cada uno lo demuestra según sus posibilidades culturales. Los invitados prefieren espontáneamente reconducir la conversación hacia los saqueos y recapacitan acerca de quiénes son los culpables. Pedro Echarte disculpa a De la Rúa: «Creo que habría que saber realmente si los asaltos a los supermercados se han dado por gente que tiene hambre o por lo que quieren sembrar desorden y hacer un aprovechamiento político de la situación. De la Rúa hizo un llamamiento para encarar los problemas y nadie escuchó. Prefieren caer en otro gobierno peronista». Peribáñez cambia la versión para cerrar el debate.: «Los saqueos se plantean como un recurso natural ante la imposibilidad de ganarse la vida trabajando».