La pequeña colina situada junto al colegio de Sant Carles de Peralta revivió ayer la época en la que los Reyes Magos de Oriente regalaron el oro, el incienso y la mirra al Niño recién nacido. Los 250 alumnos del centro, padres y profesores recrearon el ambiente en el que se debió desarrollar esa escena con todos los ingredientes necesarios para lograr trasladarse dos milenios atrás. Varios pasajes repartidos por la superficie del pequeño pinar hicieron partícipes a los asistentes de una mañana llena de encanto en la que los alumnos del centro se salieron de la rutina lectiva y convirtieron la víspera del final de clases en un anticipo de la Nochebuena.
El agua volvió a recorrer la montaña ayer por la mañana en Sant Carles. Un reguero artificial que nacía en lo alto de la pequeña colina adyacente al colegio se erigió como uno de los detalles que propiciaron la presentación de un belén viviente preparado a conciencia por los alumnos de 3 a 11 años. Y es que no faltó de nada. El visitante se trasladó por momentos a una época diferente, con el matiz de que la población era más bien menuda y con muchas ganas de pasarlo bien. Un grupo de niños adecentaban la masa con la que hacer bollos en la panadería efímera instalada junto a un árbol mientras otros en la carpintería preparaban leña para combatir el frío. Subiendo un poco no se podía escapar del encanto del toque ibicenco de este belén: una casa payesa. Unas telas blancas pintadas con los motivos tradicionales de estos hogares albergaban unas cuantas tripas de sobrasada y butifarra que tres profesores administraron al mediodía, cuando el hambre comenzaba a llamar a la puerta. A la vez, en una de las estancias del centro escolar, un grupo de padres terminaba de preparar ocho bandejas repletas de bunyols y un puchero de chocolate.
Los progenitores que no colaboraron en la empresa gastronómica aportaron también su granito de arena. Al gallinero con el cuenta el colegio el resto del año se le sumó un establo. Y es que algunos padres llevaron cabras, ovejas y gatos para conseguir una autenticidad más verosímil. Los niños que eligieron como disfraz el de pastor encontraron en ese rincón el lugar donde desempeñar sus tareas y dar sentido así a una nueva escena. Además de los animales de carne y hueso, los grupos de infantil, que cada año se disfrazan de algún personaje, se vistieron de gallinas y vacas y aportaron la nota más graciosa de la mañana. Los primeros consiguieron representar a esos animales con crestas rojas y patas amarillas de cartulina y con plumas conseguidas con papel. Nada más salir del recinto fueron reclamados por numerosos padres, que equipados con cámaras fotográficas, inmortalizaron el momento. La escena la ocuparon después los pequeños disfrazados de vacas y ovejas. Poco a poco el escenario iba configurándose como un belén viviente con todas las de la ley.
En el nacimiento estaban San José y la Virgen María, escoltados por la mula y unos gatos blancos, ya que lo del buey estaba difícil... Cerca de las doce del mediodía, y con el beneplácito de los romanos que custodiaban el castillo artificial levantado en lo más alto de la pequeña montaña, llegaron los Reyes Magos con los regalos para el Niño. El gesto se recibió con algarabía, a pesar de que en las zonas más alejadas se continuaba con las tareas propias del campo -incluso para asar alguna patata al calor del fuego-. Con él estuvieron junto al pesebre unos minutos, hasta que las lavanderas dejaron lista toda la ropa después de hacer la colada a orillas del arroyo y las notas de un órgano instalado junto al portal empezaron a sonar. Llegaba el momento de entonar los villancicos populares para poner el colofón a un representación viviente muy natural. Cuando se cantaron las piezas previstas en el programa la directora del colegio avisó de que en una de las mesas instaladas en las faldas de la colina esperaban los bunyols y el chocolate.
Dos cestas de Navidad de gran tamaño se sortearon entre los asistentes que previamente habían comprado a los alumnos del colegio la tira de números correspondiente cuando se dio por terminada la representación. Tras varias semanas de preparación y casi tres horas de instalación, llegaba el momento de retirar los cartones, pinturas, comida, mangueras y demás utensilios que sirvieron de soporte para dar vida a un belén con mucho mérito. Hoy los escolares acudirán por último día a clase hasta después de Reyes.
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