Las fiestas de Sant Agustí de Vedrà se detuvieron ayer por la tarde
en las manifestaciones más populares y con más tradición. El Pou
des Rafals recibió la visita de medio millar de personas, que
convirtieron el lugar en un punto de encuentro festivo con sus
raíces.
Tir amb bassetja, exhibición de batre amb doble perxa, ballades,
cançó glosada, xeremies, acudits y jocs pagesos. Estos fueron los
ingredientes con los que la gente de Sant Agustí pasó la tarde del
domingo festivo. Todo ello aderezado con los típicos bunyols y la
sangría popular.
La explanada se quedó pequeña para recibir los numerosos coches
que acudieron a la llamada de la tradición. Dos policías locales se
esforzaron en dirigir a los conductores hacia el lugar donde
aparcar los vehículos. Allí los visitantes encontraron un entramado
formado por tres elementos básicos: el descampado del tir amb
bassetja, la barra donde la comisión de fiestas sirvió refrescos y
productos gastronómicos a los asistentes, y una tarima de madera
sobre la que se desarrollaron los números folklóricos.
Cuando los intermedios de las actuaciones concluían, la gente,
casi de manera inconsciente, se dirigía frente al escenario para
asistir a nuevos números. Unos, sentados en las sillas de la
organización, otros, en sillas de camping trasladadas hasta el
lugar desde sus hogares.
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