La agricultura es la ocupación principal de menos del 3 por ciento de la población de Eivissa y en las últimas décadas no ha hecho más que perder competitividad y terreno frente a otros sectores económicos, especialmente el de servicios. Sin embargo, los técnicos redactores del diagnóstico que servirá de punto de partida para el Plan Territorial Insular (PTI) creen que todavía estamos a tiempo de rescatar al sector primario y relanzarlo.

El suelo de Eivissa no es especialmente fértil. Es poco productivo y poco profundo, muy pedregoso. Pero hay una zona que se escapa a este perfil, donde la calidad de la tierra es muy superior y existe buena disponibilidad de agua. Es la zona norte de la isla, donde los técnicos estiman que aún hay una superficie de 150 kilómetros cuadrados dedicados a la producción agrícola.

Aunque será el PTI el que establezca las medidas concretas que deben servir para salvar al sector agrícola, los redactores del diagnóstico recomiendan potenciar esta rama de la economía como elemento diversificador y como atractivo turístico y paisajístico. Como solución concreta sugieren fomentar «la creación de explotaciones agrarias competitivas mediante la transformación en regadío, aprovechando aguas depuradas». Dichas medidas están especialmente pensadas para las llanuras de Santa Gertrudis, Sant Llorenç, Sant Carles, el valle de Morna, Sant Antoni y Santa Eulària. En todas estas zonas, por las características del terreno, existen muy pocas limitaciones para la agricultura.

Los principales problemas con los que se enfrenta la agricultura son la baja rentabilidad (asociada al abandono del campo y el incremento de la dependencia exterior para el suministro de productos frescos) y la pérdida de la complejidad y diversidad paisajística, así como de valores tradicionales ligados al uso agrícola de las tierras. La situación sería ahora menos crítica si se hubieran tomado más medidas tendentes a mejorar las infraestructuras relacionadas con el abastecimiento de agua autónomo y saneamiento. A pesar de todo, estas zonas resultan muy atractivas como lugares de residencia y el consiguiente aumento de la población ha fomentado otros problemas de tipo ambiental.