El Parlament ha abierto el debate esta semana. El PSOE ha
presentado una proposición con el apoyo de todos los grupos
políticos en la que pide que se legalice el uso terapéutico de la
marihuana. La medida puede llegar a escandalizar a algunos, pero lo
cierto es que dentro de los ámbitos sanitarios no es ninguna
novedad la utilización del 'porro' como tratamiento para mejorar el
estado físico y psicológico de pacientes terminales. Varios
profesionales de las Pitiüses consultados sobre el uso terapéutico
de la marihuana apoyan esta medida.
«Estoy a favor, porque nadie te dice que tu vas a estar exento
de ello», dice Mónica Marí, vocal de Eivissa del Colegio de
Farmacéuticos de Balears, quien recuerda el fin de los
medicamentos: «Sirven para curar o aliviar». En torno al consumo de
marihuana, que no está penalizado pero sí el tráfico, la ley está
un poco al margen de la sociedad Esto es lo que piensa la abogada
Ascensión Joaniquet, quien precisa que no trata de favorecer el
consumo, pero subraya que igual que el consumo de alcohol entre
amigos y las invitaciones a copas es una práctica aceptada por la
sociedad, también debería ser la marihuana.
La doctora María Àngeles Leciñena recuerda que en alguna ocasión
se ha tenido que utilizar la morfina, un opiáceo que alivia el
dolor, para tratar un cólico nefrítico. Leciñena aprueba el uso
terapéutico, pero precisa que se tiene que usar como último recurso
cuando haya fracasado otro tipo de analgesia. La doctora del
servicio de Urgencias de Can Misses defiende que se ha de realizar
«dentro de unos protocolos en los que se determinen unos criterios
de cuándo y cómo utilizarlo».
Desde la consulta de Oncología de Can Misses, la doctora Belén
González está acostumbrada a tratar con pacientes que para vencer
el cáncer han de someterse a tratamientos de choque, como la
quimioterapia. Los efectos secundarios son difíciles de soportar:
náuseas, vómitos, pérdida de apetito o bajada de estado de ánimo.
González defiende el uso terapéutico de la marihuana, «como
tratamiento del dolor y para mejorar el bienestar de los pacientes»
y advierte de que legalización puede acarrear el mismo debate que
se organizó con la morfina, «que si las personas se van a hacer
adictas o si los familiares con pacientes con cáncer iban a
venderla». Finalmente, Vicente Rodríguez, de la Escuela de Sida,
muestra su satisfacción por esta medida: «Estoy a favor, me parece
perfecto. Es un primer paso muy importante».
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