El siglo XXI consolidará el uso de la tecnología digital en todas sus vertientes. En el ámbito de la telefonía, las consecuencias de la fiebre por los móviles hacen que instrumentos de uso obligado hasta hace pocos años caigan en el olvido para los que se han adherido a la cultura de la comunicación de bolsillo. Las principales víctimas de este fenómeno social son las cabinas telefónicas.

La comodidad de acceder a una llamada pulsando un botón desde cualquier lugar motiva que los ciudadanos se olviden de los habitáculos que en otras épocas tanto servicio les dieron cuando se encontraban fuera de sus hogares. La liberalización del mercado, de los horarios y la suma de otros factores como la aparición del correo electrónico, han conducido a la desaparición de los minutos de espera en la calle para que alguien colgara y dejara el servicio a otra persona cuando las 22 horas era la franja horaria propicia -comienzo de la tarifa reducida- para hacer llamadas fuera de las Pitiüses.

«Antes para llamar fuera del teléfono de casa, sólo quedaba la opción de hacerlo desde las cabinas instaladas en las calles, en los hoteles o en los bares, pero hoy la oferta se ha diversificado hasta tal punto que es normal que el uso disminuya. El mercado es así, al aparecer nuevas alternativas se dejan de usar las tradicionales. Por ejemplo, las tarifas de los locutorios también han disminuido notoriamente en los últimos siete u ocho años, lo que ha motivado que se abran más locales de este tipo y que la gente acuda más a ellos» .Así valora José Carreras, empleado en Eivissa de Cabitel, la empresa filial de Telefónica que se encarga del mantenimiento de las cabinas, la situación por la cual los consumidores han dejado de utilizar en cierta medida las cabinas de teléfonos.

Y es que el desuso ha seguido una evolución similar a la que han tenido los diseños de las cabinas. Las antiguas cajas metálicas en las que apenas entraban dos personas cambiaron hace unos años por los terminales descubiertos. En Eivissa, un conjunto de esos habitáculos descansan en una nave de las afueras de la ciudad mientras sus nuevos compañeros se encuentran repartidos por distintos puntos estratégicos de las Pitiüses. Hay repartidas por toda la isla 465 cabinas simples y 60 habilitadas para el uso con tarjeta. En Formentera hay 48 de las primeras y 6 de las segundas, según apuntan desde Cabitel. «A pesar de que el tráfico de llamadas es menor, no lo es tanto como para reducir el número de cabinas, que se ha mantenido constante a lo largo de los dos o tres últimos años», matiza José Carreras.