En Balears, el setenta por ciento de la tierra es biológica de forma natural, algo inédito y envidiado por muchos países europeos, por lo que es un lugar idóneo para el cultivo de cualquier especie vegetal de forma orgánica, sin ayuda de fertilizantes industriales, explica de forma efusiva Carlos Grecht, uno de los agricultores que practica los métodos ecológicos en su explotación situada en Sant Rafel. Él, junto a su esposa Wendy Steane, pertenece desde hace tres años al Consell Regulador de l'Agricultura Ecològica (CAE), con sede en Mallorca, que es el organismo encargado de tramitar y controlar los cultivos naturales. «Nosotros nos dedicamos a la producción de tofu de forma casera, y ahora estamos pendientes de los últimos papeleos para empezar a hacerlo de forma industrial», comenta Carlos.

El objetivo de este matrimonio, único productor en la isla de este alimento vegetariano es lograr abastecer el mercado local y para ello ya han plantado alubia blanca en parte de sus tierras. «Lo fundamental es volver a los métodos de cuidado de la tierra antiguos, sin descuidar los avances tecnológicos para hacerlo mejor», puntualiza Carlos, para quien la agricultura ecológica no es algo nuevo, sino «la forma de cultivar la tierra de nuestros abuelos».

Esta misma opinión sobre la importancia y necesidad de acogerse a los métodos tradicionales y a la utilización de productos de tratamiento no dañinos para la tierra la comparte Kevin Kavanagh, un irlandés afincado en Eivissa desde hace tres décadas. Kavanagh, que vive por y para los distintos cultivos repartidos a lo largo de sus 22.000 metros cuadrados de terreno, tiene patatas, uvas, calabacines, judías, calabacines, maíz dulce y melones, entre otras variedades. «Me dedico a los cultivos pequeños y voy sembrando de forma progresiva para que la recolección de la producción no se concentre en los mismos días», relata. Otro de los datos a tener en cuenta dentro de la filosofía de este experto en productos naturales es su gran interés por recuperar productos propios de Eivissa: «Yo he creado mi huerto con plantas de Eivissa desde siempre gracias a la colaboración de numerosos payeses que me han regalado sus semillas».

Las ventajas de los frutos autóctonos frente a los que tienen un origen híbrido son, según Kevin, la gran resistencia de las plantas a varias cosechas, el sabor y la calidad de los mismos. «Lo que tienen mis productos frente a otros que se puedan encontrar en el mercado es la alta calidad lograda gracias a los estratos y características orgánicas de la tierra». Estos agricultores son tan solo un ejemplo de los 15 que en Eivissa pertenecen a la CAE y practican los métodos naturales. La Conselleria d'Agricultura del Consell ha puesto en marcha un programa para incentivar estas modalidades agrícolas en la isla y en menos de un mes se han tramitado al menos tres nuevos productores interesados.