Josefina de Landa Mediez, una experta golfista que ha marcado historia en este deporte. Foto: K.T.

Josefina de Landa llegó hace 60 años a Eivissa por casualidad procedente de Biarritz, ciudad francesa fronteriza con España, buscando sol y calor. «No me gustaban ni me gustan las grandes ciudades ni el frío y la lluvia», confiesa, así que bajó del Norte primero hacia la Costa del Sol, donde conoció Marbella, «que no me gustó porque tiene una costa demasiado rocosa y sin nada de arena». Siguió el consejo de una amiga alemana que le recomendó que conociese y se dejase seducir por Eivissa. «Así que me subí al barco y nada más llegar y ver esto me dije que era mi lugar».

Desde entonces, cuando Josefina rozaba la treintena, han pasado seis décadas en las que ha conocido y vivido muy de cerca la evolución y cambio de Santa Eulària, la localidad que la retuvo durante todos estos años. Aunque en la actualidad ya no practica deporte, Josefina fue una de las pioneras en la práctica del golf femenino en la isla. «En Roca Llisa fui la primera mujer española que lo practicó hasta hace unos 10 años en que lo dejé».

Durante todo este tiempo, esta mujer «moderna», que también practicó la natación y la pesca submarina, consiguió un amplio y envidiable palmarés que hoy decora parte del salón de su domicilio con decenas de placas y trofeos, tanto como 'Lady Captain' de Roca Llisa, como de Mallorca, donde participó en numerosas competiciones. Con una vida repleta de viajes, anécdotas y amistades con personajes de relevante importancia social de nivel nacional e internacional, Josefina es nieta del fundador de la Cruz Roja Española, Nicasio Landa, y uno de sus tíos-abuelos fue el conocido violinista navarro Pablo Sarasate.

En la actualidad, esta mujer, que confiesa que el secreto de su bienestar está en haber practicado varios deportes, sigue enamorada de Santa Eulària y de su domicilio con vistas al mar, «un barco situado en el centro del pueblo», comenta en entre risas.

Un retrato que salvó la vida al retratista judío Pastukov
Pastukov, que era uno de los mejores retratistas de París en los 40, retrató a Josefina de Landa en 1942 agradeciendo la intervención de ésta para salvarle la vida. Durante la ocupación alemana, Josefina aprovechó su amistad con la mujer del jefe de la Gestapo para que éste facilitase la salida del pintor y toda su familia a España salvándole de este modo su vida y su futuro.