Me puede firmar, que ya he completado la prueba?». Así reclamaban los participantes que inauguraron ayer por la mañana las I Jornades de Jocs Alternatius a los monitores que vigilaban las actividades que les dieran el visto bueno a su concurso en los juegos organizados en las pistas polideportivas, anillo de atletismo y campo de fútbol de Can Misses. Más de cuatrocientos escolares de primero y segundo de primaria pertenecientes a cinco centros de Eivissa -Portal Nou, Blanca Dona, Sa Real, Sa Bodega, Cas Serres- estrenaron esta iniciativa ataviados con las camisetas decoradas con la leyenda de su lugar de procedencia. Al cuello, una ficha de cartulina amarilla que contenía el nombre de las pruebas a superar, todas ellas de manera rotativa y por grupos.

Veinte monitores -estudiantes del ciclo formativo de técnicos en actividades físicodeportivas en el instituto Algarb de Sant Jordi- vigilaron permanentemente el desarrollo de los juegos organizados para los niños de entre 6 y 7 años. Las actividades descansaron en el fomento y desarrollo de las capacidades de los pequeños, sin buscar un ánimo competitivo. Así, los organizadores recurrieron a juegos clásicos, tales como el pollets, comecocos, la muralla china, los cuatro guardianes, la cuerda... Los grupos desarrollaron cada una de las actividades durante un tiempo aproximado de 10 minutos. Todos pisaron las tres instalaciones deportivas municipales y también pudieron reponer fuerzas a media mañana. Sobre las doce del mediodía, los monitores detuvieron el desarrollo de las pruebas. Llegaba el momento de almorzar. En los lugares se instalaron unas barras efímeras que contenían refrescos y bocadillos para los participantes. El esfuerzo lo merecía.

Los escolares fueron completando las pruebas hasta que cubrieron el recorrido previsto. Como premio a su esfuerzo los responsables de las actividades sortearon entre los asistentes diferentes recuerdos -balones, discos voladores y juegos-. Y entre tantos niños y el elevado número de horas y actividades que desarrollaron, apareció la anécdota. A un niño de 6 años del colegio de Sa Bodega se le cayó uno de sus dientes de leche en el transcurso de un juego. Los monitores le tranquilizaron, ya que el pequeño se puso un poco nervioso por ello.