Catalán para todos

El único requisito que deben cumplir los usuarios pasa por aportar los datos personales y una fotografía. Desde ese mismo instante pueden usar los libros, cintas de audio y vídeo, ordenadores y recurrir al personal del centro para resolver sus dudas. El primer día éste somete al asistente a una prueba cuya finalidad descansa en conocer exactamente el nivel que presenta. Conforme sea el resultado, se le asigna un programa de aprendizaje entre los cuatro niveles existentes -inicial, elemental, mediano y superior-. En función de los avances que tenga el alumno podrá presentarse a los exámenes que periódicamente y hasta junio convoca la Junta Evaluadora, que certificará si así lo estima conveniente el grado adquirido por el interesado.

Como si de una facultad o escuela se tratara, los alumnos disponen en días acordados de horas de tutorías en las que pueden plantear sus dudas al personal especializado. Los ejercicios que más se practican son unas fichas autocorrectivas similares a los test que se rellenan para sacarse el carné de conducir. Así el alumno puede comprobar la evolución ortográfica y gramática que ha seguido con su asistencia al centro. Para el ámbito fonético los usuarios disponen de cintas de audio y vídeo, con las que practicar la pronunciación de los vocablos. «El principal problema con el que se encuentran los castellanoparlantes es la vergüenza que sienten al oírse en catalán, que provoca que no se suelten con facilidad», apunta Fanny Tur Riera, coordinadora del centro.