Algas secas por el impacto del sol, trozos de embarcaciones que en su día navegaron, escombros, vidrio y ropa usada. Estos son algunos de los restos que se encuentran acumulados en un terreno encuadrado en la zona protegida de la Reserva Natural de ses Salines.

Los vecinos que habitan en este lugar lo han detectado y han alzado la voz. Según uno de ellos, estos desperdicios, además de producir olores insoportables, perjudican gravemente a la cría de las especies que encuentran en la Reserva un lugar donde anidar. Los arbustos, las feixes y las sabinas que crecen en la zona implicada reducen su potencial y las aves escogen enclaves alternativos para fabricar el habitáculo donde depositar sus huevos. A este problema de escombros se suma, como añade este vecino, la permisibilidad existente de labrar en las tierras de la Reserva, lo que reduce aún más el espacio de reproducción de las aves.

El terreno se prolonga por la cara norte de la Reserva, muy próximo a las instalaciones del aeropuerto y junto a una de las lagunas donde acuden las aves para instalar sus improvisados hogares. Las personas que tienen su casa en el mismo lugar critican la despreocupación mostrada por los responsables del mantenimiento de un espacio natural como el de ses Salines. Al iniciar un paseo por la zona, las pisadas se hunden en la maraña de restos, que en su mayoría son algas secas con basura de las playas que generan una especie de colchón sobre un terreno que queda anegado para la cría de animales.