Ayer, después de casi una semana de nociones teóricas con un acercamiento a los vinos blancos el pasado viernes, llegaba el momento de comprobar si las clases, impartidas por Vicente Tur Ferrer, maitre del hotel Aura, habían sido útiles. Llegaba el momento de la cata. Además del vino apuntado los asistentes apreciaron las características de un Ribera del Duero crianza del 96, un reserva de Rioja de 1993 y, por último, un gran reserva de la Ribera del Duero de 1991. El objetivo, aprender a diferenciar las características propias de cada forma de embotellar el vino.
Como alumnos bien enseñados, y demostrando haber asumido las lecciones recibidas, antes de comenzar a servir el profesor el vino, éstos procedieron a la limpieza de la copa y a colocar debajo de la misma un folio en blanco para distinguir mejor las tonalidades de cada caldo. Una vez servido cada vino, los asistentes comentaron en primer lugar las tonalidades, después el olor y, por último el sabor que despertaban en sus paladares.
Vicente Tur Ferrer permitió en todo momento que fueran los alumnos los que extrajeran las características de los vinos, incluso fueron ellos los que se prestaron a abrir las botellas. Para tal tarea ya se dedicó una clase completa la semana pasada. Después de catar cada variedad, los cursillistas tuvieron que limpiar con agua la copa, para que no se mezclaran ni los colores, ni los sabores ni los aromas.
Para terminar la sesión: una cata ciega. Sin ver la botella de la cual se sirvió cada una de las copas, los alumnos se dedicaron a clasificar cada variedad según las características asimiladas anteriormente. Un primer acercamiento que tendrán que consolidar ellos por su cuenta catando más variedades y continuando con las clases de este seminario que finaliza el próximo viernes y que se empleará para cotejar las impresiones de cada alumno.
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