El hedor no se va a acabar. El próximo verano, la estación depuradora de aguas residuales de Eivissa seguirá siendo el principal incordio de cientos de vecinos de la zona de la avenida 8 d'Agost, a pesar de que el Instituto Balear de Saneamiento (Ibasan) ha invertido 1.200 millones de pesetas en mejorar el mecanismo de depuración, ahora terciario.

Ayer, la consellera balear de Medi Ambient, inauguró las nuevas instalaciones, un acto en el que tanto el alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, como la consellera insular de Medi Ambient, Fanny Tur, recordaron a Margalida Rosselló la peste que desprende la depuradora desde los primeros calores primaverales hasta los estertores del otoño: «Los que sólo pasan por aquí un día se acostumbran a este mal olor, pero los que nos quedamos no nos acostumbramos», señaló con seriedad Tarrés, quien instó a Medi Ambient a que solucione un problema que redunda en el «bienestar de la población». Fanny Tur también subrayó la necesidad de mejorar la «calidad de vida de los vecinos».

Por su parte, Rosselló manifestó la intención del Ibasan de atenuar los malos olores, si bien recordó al alcalde que parte de la culpa la tiene el alcantarillado municipal. Poco antes, el jefe de área de mantenimiento y explotación del Ibasan, José Romero Bosch, dijo, a preguntas de Tarrés sobre la fetidez de la depuradora, que la red de cañerías de Eivissa tiene un contenido de sulfhídrico «brutal», que ni los procesos de desodorización ni la nueva centrifugadora pueden atenuar. También culpó a la Junta de Puertos por no permitir una obra indispensable para mejorar una estación de bombeo.

Rosselló se congratuló de que, gracias al nuevo tratamiento terciario, parte del agua depurada se pueda emplear para regar el césped del campo de golf de Roca Llisa, así como de un acuerdo suscrito con la Conselleria d'Agricultura que permitirá aprovechar el resto del agua para cultivos.