Los niños protagonizaron la mañana festiva de ayer en Santa Eulària. El grupo de animación Els Fameliars organizó en la Plaza del Ayuntamiento unas actividades encaminadas a despertar las sonrisas de los más pequeños. Un payaso empleó un órgano subido a una tarima para acompañar con música a los diferentes actos propuestos. El sol calentaba y por ello el artista decidió colocar sobre su cabeza una sombrilla. En el suelo, otros tres animadores no dejaron de invitar a los niños que acudieron al lugar a que participaran en los juegos.
La respuesta favorable obligó a dividir por grupos a los participantes, quienes quedaron encuadrados por edades. Los padres vigilaban desde los aledaños de la improvisada pista las evoluciones de sus respectivos hijos. Una carrera de sacos sirvió para dar inicio a los juegos. El incentivo con el que contaron los pequeños descansó en los premios que los payasos entregaron a los ganadores de cada una de las pruebas. Aún así, no faltaron caramelos y dulces para todos los asistentes. El ritmo que imprimieron al acto los artistas fue creciendo. Esto motivó que el número de asistentes incrementara progresivamente y que las edades de los concursantes también.
El aspecto que presentaban las caras de los niños sufrió una metamorfosis. Uno de los payasos se dedicó a pintárselas con diferentes colores y figuras, a lo cual los pequeños accedieron con mucha ilusión. Sus rostros contrastaban con las tonalidades de los globos que se repartieron por el escenario de los juegos y que se emplearon a la vez para hacer el baile de los globos por parejas. Las anécdotas llegaron por el camino de los inevitables tropezones, caídas y los lloros de algunos de los que no obtuvieron el reconocimiento de su esfuerzo bajo la forma de unos oportunos dulces.
La fiesta infantil, que comenzó sobrepasadas las once de la mañana, se prolongó hasta la una de la tarde. Un pretexto para convertir una mañana de sábado en un motivo de reunión familiar en el Ayuntamiento de Santa Eulària. Las fiestas continúan.
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