ÓSCAR DELGADO Mientras el Papa Juan Pablo II oficiaba en Roma una ceremonia plagada de peregrinos para cerrar el Año Jubilar, en Eivissa la Catedral recibió la visita de los que quisieron acompañar la caducidad de este período destinado a ganarse la indulgencia plenaria de la Iglesia. El obispo de la Diócesis de Eivissa y Formentera, Agustín Cortés Soriano, dio inicio a la misa a las once en punto de la mañana en el exterior del templo religioso. Los feligreses se concentraron en el lugar de convocatoria con el ánimo de aprovechar el término del Año Jubilar para hacer examen de conciencia.

Al principio la confusión se apoderó del ambiente, debido a que los asistentes desconocían que la ceremonia iba a iniciarse fuera del recinto religioso. El obispo tuvo que entrar en la Catedral e invitar a los feligreses a que salieran al exterior. Allí explicó el motivo de la celebración de esta misa, que sirvió para cerrar un año que ha estado marcado por las peregrinaciones a Roma, centro de la celebración del Año Jubilar.

Con un cántico de recordatorio a todos los santos del cielo se retornó al interior de la Catedral, donde sin mediar un minuto tuvo lugar el inicio de la misa. A la Catedral acudieron muchos fieles. Y es que hasta el año 2025 no habrá otro jubileo. Por ello, los que no han tenido medios o tiempo para viajar a Roma para ganarse la indulgencia tuvieron la oportunidad de despedir ayer un año tan significativo.