El rey mago Gaspar charlaba ayer por la mañana con uno de los enfermos del hospital Can Misses. Foto: V.F.

El sabor oriental que acompaña a los Reyes Magos se probó ayer por la mañana en Can Misses. A las diez hacían acto de presencia en el centro para saludar a los enfermos y hacerles un poco diferente la jornada festiva. Se pasearon por las diferentes áreas en las que se divide la atención en el hospital. Psiquiatría, maternidad, medicina interna... todas las habitaciones recibieron la visita de sus majestades. Éstos repartieron caramelos y la prensa, una combinación que fue muy bien acogida por los enfermos. Una manera original para paliar los síntomas del aburrimiento.

Pero el momento más emotivo llegó cuando los Reyes accedieron a la planta infantil. Un niño de unos cinco años corrió como un relámpago la distancia del pasillo al ver a Baltasar, a quien se abrazó con nerviosismo y no pudo evitar soltar lágrimas de emoción. Los más pequeños además de caramelos recibieron regalos. También los recién nacidos. Dos bebés recibieron sendos paquetes. Algún día alguien les explicará las circunstancias que les rodearon en la jornada festiva de ayer.

Al finalizar el recorrido, marcado por la alegría que los Reyes imprimieron a enfermeros, facultativos y enfermos, de nuevo los niños fueron los agentes del mayor protagonismo. En una de las aulas de la tercera planta de Can Misses se les había preparado un espectáculo de marionetas. El grupo «Foc i Fum» interpretó para ellos el cuento «Las aventuras de Juanito el malo». La función tuvo una presidencia de honor: la de sus majestades.