El sacerdote dominico norteamericano Jaime Burke es un verdadero trotamundos de la iglesia. A pesar de sus 77 años, el religioso continúa su camino por el mundo que le ha llevado a predicar en nada menos que 40 países diferentes en los últimos 30 años. Su pasaporte lleva el sello de lugares tan dispares como la India, Pakistán o Filipinas. Ya no le queda ni un sólo continente por visitar, aunque asegura que nunca se le ha ocurrido «guardar los billetes de avión». «Aprendo mucho de cada lugar que visito, y espero continuar así mientras pueda. Tan sólo paso seis días cada seis semanas en mi casa, en la congregación de los Dominicos en la Universidad de Dallas, Texas», señala. No pierde la oportunidad de visitar las iglesias de todas las naciones que le invitan. Ahora, la última solicitud le ha llegado de Eivissa, donde el párroco de Nuestra Señora del Rosario, Juan Manuel de Souza, y el dirigente del grupo de oración de renovación carismática y católica en las Pitiüses, Fernando Marín.

«Todas las iglesias que he visitado en mis viajes tienen algo de diferente. En Àfrica, por ejemplo vi como unas muchachas vestidas de una manera muy vistosa llevaban bailando los dones al altar; aquí, en Eivissa, me ha sorprendido mucho ver como en el interior de las iglesias se organizan conciertos. O el ball pagès, que me pareció algo maravilloso», señala este religioso, que ha participado en Eivissa en el Tríduo dedicado a la Virgen del Rosario.

Sus impresiones, después de visitar templos de todo el mundo, concuerdan con la de Juan Pablo II en cuanto a que «caminamos hacia una nueva evangelización, en la que los laicos predicarán tanto o más que los religiosos»: «Visité recientemente Argentina, que atraviesa una situación bastante mala. Allí, la gente que vive cerca de una parroquia se involucra en la eucaristía, trabajan para su iglesia aunque su relación con la religión acaba ahí», comenta Burke.