Los fuegos artificiales del día de Sant Ciriac, el pasado martes, se convirtieron en la excusa perfecta para montar una de las fiestas más exclusivas del verano. En Dalt Vila, en el privilegiado emplazamiento del hotel «La torre del canónigo» se reunieron los rostros más famosos que pasan sus vacaciones en la isla. No faltó nadie: allí estuvo Elle MacPherson y su marido Arpad Busson "este último, por fin mostró su cara amable a la prensa"; el escultor y actor Lorenzo Quinn junto a su esposa; Nacho Duato y un grupo de amigos; la modelo y diseñadora Celia Forner y su esposo; el modisto Valentino acompañado de Rosario Nadal y Kyril de Bulgaria; y, como no, Cuqui Fierro, quien no se pierde ni una sola fiesta esta temporada. Todos acudieron a la llamada del conocido relaciones públicas catalán Carlos Martorell, que demostró otra vez poseer una de las agendas mejor surtidas del país y una gran capacidad de congregar a famosos.

Un gran número de paparazzi esperaban a todos los invitados en la plaza de la Catedral. Quien no necesito hacer guardia fue el periodista Josep Sandoval, quien escribe para el periódico «La vanguardia» y colabora con varios programas de televisión. Sandoval, que acaba de aterrizar en la isla, se encargará de publicar en el rotativo catalán todas las noticias de sociedad que dé la isla. La organización de la fiesta dividió a la gente en dos grupos: uno de vips y otro de súper vips. Los que pertenecían al primer grupo "Valentino, Elle, Quinn, Kyril..." se reunieron en una bonita casa situada junto a la Catedral. En cuanto a los segundos les tocó pasar la noche en una no menos espléndida terraza de «La torre del canónigo», donde se reunieron Sandoval, la modelo y actriz Alicia Moro y un nutrido grupo de empresarios y demás guapos oficiales de las Pitiüses.

A las doce de la noche "el momento más esperado por todos" los invitados se desplazaron hasta el mirador de la plaza de la Catedral para contemplar el espectáculo pirotécnico con el que el Consell despidió a Sant Ciriac. Algunos, los más afortunados, se subieron a los balcones del hotel, que disponen de una espectacular vista panorámica sobre el puerto de Eivissa. Después de 20 minutos de olor a pólvora y figuras de todos los colores, el grupo reanudó la fiesta en la terraza. Allí les esperaba un grupo de danzas africanas que se encargó de amenizar la velada a todos los invitados.