La apertura de las puertas es sólo un símbolo. La temporada turística, una fórmula de negocio que en la práctica se traduce en tres semanas previas para ultimar detalles y un proceso continuado de reformas y mantenimiento en las instalaciones que se prolonga durante todo un año. De hecho, el Hotel Presidente inició su andadura veraniega el pasado 1 de mayo y las ideas de cara al próximo milenio ya están en la mente de sus directivos, la más destacada, «la obtención de la Q de calidad» según confirmaba José María Pirretas, subdirector.

La concesión ayer mismo de la medalla de oro de Thomsom (con el respaldo de un millón de cuestionarios contestados) le sitúa como referente de todo el sector de una isla amparada en el turismo como clave de riqueza y base de una imagen difundida hasta la saciedad.

Mientras, la rutina y el trabajo mecánico ocupa el tiempo de sus 90 empleados distribuidos en áreas tan dispares como restaurante, cocina, pisos o bar. El punto álgido comenzará para todos la próxima semana cuando la mayoría de los establecimientos alcanzarán cotas superiores al 80 por ciento. Planillos, detalles y funcionalidad serán a partir de entonces la clave para competir, no sólo entre empresas sino para resultar vencedores en los retos diarios.

Una de las claves del éxito es, según confirman tanto directivos como usuarios, el personal. «Supone uno de los aspectos clave a la hora de contar con el respaldo de touroperadores y clientes», comenta Jesús Pellejero, propietario de hoteles.

«La ventaja de contar con gente a la que ya conoces es mucha porque ahorras esfuerzo y supone poder planificar las cosas mucho mejor» apunta Manuel Luque, mêtre y responsable de comedor.