Los estudiantes del Col·legi Públic de Sant Carles tuvieron ayer una clase de Arqueología un poco especial. No se trató de recuperar los vestigios de antiguas civilizaciones, sino el pasado más reciente de la localidad, el de los abuelos de los estudiantes. Para ello, los profesores organizaron una muestra en la que se exhibieron algunas piezas extraídas directamente de los trasteros de los mayores del pueblo. Esta exposición sirvió para cerrar la «Setmana cultural» que se celebró por segundo año en el centro.

Entre las piezas que se mostraron en el aula del colegio se encontraban verdaderas joyas, como el libro de cuentas del centro educativo, en el que señala que en 1920 se destinaban 10 pesetas a la mujer de la limpieza para que se encargara de mantener impoluto el colegio. El presupuesto total de la escuela no ascendía a mucho más: 3.000 pesetas era el dinero que administraban para todo el curso, un dineral para la época.

Además, la madre de una de las profesoras prestó para esta ocasión una verdadera reliquia: una balanza que empleaban sus abuelos para pesar el azafrán que se recogía en el campo. Al margen de estas piezas, los estudiantes también pudieron ver de cerca algunos instrumentos tradicionales y las vestimentas típicas de la isla. Tras la exposición, estudiantes, profesores y padres participaron en una gran comida organizada con los platos que los alumnos trajeron de sus casas. Tampoco faltaron varias botellas de vi pagès, aunque éstas quedaron para el estricto consumo de los adultos.