S in que nadie se haya dado cuenta, la temporada turística ha echado a andar de nuevo. Nuestras calles y playas vuelven a llenarse de los turistas que ya han llegado aprovechando los primeros rayos de sol de esta Semana Santa. De momento son pocos, aunque ya se los distingue; en un par de meses, la principal industria de las Pitiüses funcionará a pleno ritmo en un año que promete ser tan buena como la anterior, según indican todos los estudios.
A pesar de todo, el panorama que se encuentran estos turistas adelantados no puede ser más desolador: han cogido por sorpresa a la mayoría de comercios y restaurantes de Eivissa y Sant Antoni, que todavía tienen sus negocios patas arriba realizando las últimas reformas de cara al verano. El paisaje que ofrece estos días la Marina "que en todos las guías se etiqueta como «la zona comercial y de ocio de la ciudad»" se asemeja bastante a lo que debía ser Beirut hace unos años: calles levantadas, vigas por los suelos y albañiles trabajando en las fachadas.
Por el momento, sólo cuatro tiendas de souvenirs de la zona han abierto las puertas y muestran todos sus productos. Es decir, una pequeñísima parte de las que lo harán dentro de un par de semanas. Algo similar a lo que ocurre en el barrio del West End, donde tampoco han abierto los principales bares del lugar, los que congregarán a cientos de turistas cada noche.
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