La primera vez que se celebra el entierro de la sardina en Eivissa tuvo un éxito inesperado y chicos y grandes pudieron disfrutar en Eivissa de un peculiar banquete. Foto: VICTORIA MOLINA.
Don Carnal, el alma de estas fiestas, ha muerto. Su cuerpo no ha aguantado tanta rumba. Los excesos comenzaron el pasado sábado en la rúa de Eivissa, donde algunas personas le vieron en un estado de evidente embriaguez del brazo de un teletubbie y un pitufo; sus andanzas continuaron el martes, en los carnavales de Sant Antoni y Santa Eulària. Al final, su cuerpo dijo basta. Sus despojos, convertidos en una monumental sardina de metro y medio, quedaron ayer expuestos en el paseo Vara de Rey para que sus allegados lo lloraran. Una cohorte de plañideras, de riguroso e impecable luto, lo veló durante unas horas, mientras el grupo teatral «Foc i fum» se encargaba de arrancar algunas sonrisas entre tanto llanto al centenar largo de chavales que se reunió en el paseo. En el escenario, varios miembros de la formación repartían fotocopias de la esquela en la que se certificaba la defunción del rey de este Carnaval. A pesar de todo, algunos de los niños no comprendían la solemnidad del momento y continuaban con su fiesta.
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