La rúa de Carnaval recorrió las calles de Eivissa y ofreció un bonito espectaculo. Foto: VICENÇ FENOLLOSA

Una ciudad convertida en escenario para dar cabida a 1.300 actores. Un teatro urbano donde el único papel a interpretar venía dictado por el guión de la improvisación. El Carnaval transformó ayer el entorno de todos los días en un mundo de fantasía y color donde era difícil reconocer el trayecto cotidiano, a los componentes del equipo de gobierno encubiertos bajo máscaras o a los vecinos de toda la vida. Del puerto al paseo Vara de Rey pasando por Bartomeu Roselló, Isidor Macabich, Carrer del País Valenciá y la Avenida de España, ninguna zona quedó al margen de esta cabalgata en la que convivían sin problemas seres de otro planeta, tribus diferentes o pantomimas de presonajes reales.

Todo un ejemplo de tolerancia que el ánimo de fiesta transformó en celebración. 12 carrozas, una decena de comparsas, 4 asociaciones de vecinos, 5 grupos de escolares, 7 parejas de adultos y 2 de niños, 1 disfraz individual de mayores y tres en categoría infantil compitieron en originalidad y desparpajo en el concurso organizado por el Ayuntamiento, con el aliciente que suponía un incremento en los premios de 200.000 pesetas englobadas en una partida total de 1.400.000.

El resultado se dió a conocer en el intermedio de la fiesta que tuvo lugar en Vara de Rey, bajo los acordes de la orquesta «Salomón». «Quin Infern» resultó ganadora en el apartado de carrozas con un espectacular montaje; la comparsa «Dic no, digues no» fue considerada como la mejor en la categoría de comparsas por un espírtu crítico propio de las fechas que se celebran; el jurado otorgó el primer premio al colegio sa Bodega por su expresivo trabajo «Els cinc sentits + 1» y en idéntico apartado a la asociación de vecinos de San Pablo.