Introducirnos en el Archivo Histórico de Eivissa puede ofrecernos sorpresas tan interesantes como la creación de nuestro árbol genealógico o conocer las trifulcas vecinales que enfrentaban en los tribunales a los habitantes de las islas en el siglo XIX.

La peculiar historia de este servicio municipal, constituido en 1937 a partir de los fondos de la antigua Curia y la Universidad, incluye alguno de los nombres emblemáticos de la cronología ibicenca y multitud de vicisitudes respecto a ubicaciones y ordenación del material. Desde su responsable inicial, Isidor Macabich -el primero en idear una estructura que, al igual que las sucesivas, se irían perdiendo con el tiempo ante la falta de un criterio uniforme de catalogación- a todos aquellos que hicieron que se convirtiera en un lugar donde, desde estudiantes a historiadores, encontraran respuestas a sus preguntas. Dudas que hoy se resuelven en parte gracias a la responsable de gestión, Ana Colomar. En 1989 se puso fin a muchas incertidumbres estableciéndose como definitiva la ubicación en el edificio del consistorio municipal, consagrando la actual división en 25 secciones similar a la existente en el departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña y haciendo efectiva su apertura al público.

Entre las consultas a documentos del siglo XIV hasta las últimas recopilaciones de Aranzadi, el servicio más reclamado es la hemeroteca, cuyo fondo principal lo constituyen los diarios de finales de siglo, época prolífica en publicaciones paralelas a los distintos idearios políticos.

El más antiguo de los que allí se conservan es «La caridad», datado en 1859. Junto a ellos, también pueden hallarse revistas literarias como «La Gaviota» o «El coco», de música o actualidad, vinculadas con la isla. Bartomeu Roselló hijo ilustre de Eivissa, político y periodista fue el verdadero mecenas de este área ya que se constituyó a partir de la cesión de sus colecciones privadas en los años cuarenta.