El payaso «Pocholo» encontró una perfecta complicidad con los más pequeños que le seguían a todas partes.
El grupo de animación Circus Maximus realizó ayer en Santa Eulària un inmejorable ejemplo de cómo una sonrisa puede sumar adeptos en tan sólo quince minutos. Aunque había algunos como Cristina y José que esperaban con ansia el inicio, la mayoría de los muchachos de la localidad permanecía al margen de lo que se gestaba en el escenario. Con apenas una decena de niños que contemplaban inicialmente el espectáculo, el esfuerzo de sus tres componentes y las sonoras carcajadas de los presentes lograron que, en poco tiempo, la curiosidad hiciera mella en los viandantes y en breves instantes los espectadores crecieran en número y edad hasta multiplicarse por cuatro. Padres e hijos rieron con los tropezones y el ingenio de un trío que convierte su trabajo en una oportunidad de divertirse para los demás.
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