Las luces de Eivissa brillarán sin interrupción durante la noche vieja de este año. Al menos así lo ha garantizado José Luis Gracia, el jefe de la central ibicenca de GESA, la compañía que suministra la energía eléctrica en la isla. Esta empresa trabaja, desde hace más de un año, para que las posibilidades de sufrir el manoseado «efecto 2000» sean las mismas que tienen de cumplirse las predicciones del modisto Paco Rabanne. Mientras los ibicencos tratan de ponerse a la altura de lo que se espera de la supuesta última noche del milenio, un operativo especial de 13 trabajadores de GESA (compuesto por el personal habitual de guardia más otros cuatro especialistas en mantenimiento, operación, control e instrumentación) y el responsable de la central ibicenca tomarán las doce uvas en la central. Gracia se toma con optimismo el tener que participar en lo que han denominado «gabinete de crisis».

La cena en la central será ligera, porque, como señala el jefe de la planta, un estómago demasiado lleno es el peor enemigo de la alerta. Así, estarán «con los ojos muy abiertos y muy despiertos para controlar la situación y reaccionar rápidamente en caso de que se produzca un problema», asegura Gracia.

Una vez que se superen las horas críticas que componen el puente entre 1999 y el año 2000 saldrán a brindar con familiares y amigos.