Un momento de la conferencia ofrecida en Can Ventosa por médicos y familiares de afectados.

L a isla apostó ayer fuerte en la lucha contra el sida a través de una de sus armas más valiosas: la palabra. Charlas informativas y debates abiertos protagonizaron la antevíspera del Día Mundial en la lucha contra una enfermedad que la mayoría de las veces cuenta con un único enemigo: el silencio.

Profesionales de la Medicina y afectados se repartieron los turnos para elaborar un perfil técnico y humano del virus a lo largo de la jornada. Lidia Guash, enfermera del Hospital Can Misses y colaboradora de la Fundación AntiSida de España (FASE), explicó por la mañana a los alumnos del Instituto Isidoro Macabich, a través de fotografías, transparencias y exposiciones gráficas, una de las claves a la hora de frenar el número de casos: la prevención. 7.000 jóvenes de edades comprendidas entre los diez y los 24 años infectados diariamente en 1998 (lo que supone una media de cinco por minuto) justifican la atención directa hacia un colectivo especialmente vulnerable.

A las ocho de la tarde Can Ventosa aunó las voces de Cristina Turel, Ramón Canet (médicos), Vicente Rodríguez (de FASE) José Manuel Piña (periodista) y Sebastián Badía (familiar y amigo de enfermos), que quisieron sumarse a unos actos cuyo objetivo es, tal y como recalcaba este último «convertir el virus en una enfermedad, legalizarla socialmente y abandonar ese halo de marginación y discriminación que la supera». Y es que el virus se desarrolla a veces tan rápido como una vergüenza social que es tan injusta como irracional. Nueve nuevos pacientes el año pasado, otros tantos fallecidos y un millar de afectados equiparan la media insular a la nacional, estimulando cualquier medida de precaución y solidaridad.