V einte alumnos inscritos en el curso de producción ovina organizado por el Govern, la Unión Europea y la Associació de Productors d'Ovi d'Eivissa, participaron ayer en una peculiar lección, fuera del centro de experimentación de Can Marines donde habitualmente se vienen celebrando las clases que comenzaron el pasado martes.
Se trataba de una cata de carne de cordero procedentes de cuatro lugares diferentes-Nueva Zelanda, Eivissa, Teruel y Francia- y dispares, productos que conllevaban características y condiciones diversas. El objetivo era evaluar, en escalas de cero a diez, aspectos como el olor, la terneza, la jugosidad, el sabor y puntuar globalmente cada una de las tomas, al igual que se hace con el vino. Previamente, se habían establecido reglas estrictas en torno al tiempo de preparación, condimentación y servicio de cada uno de los platos, que debían de ser idénticas para no adulterar el sabor, instrucciones que siguieron al pie de la letra Pedro y Osvaldo, los dos cocineros de Can Caus encargados de su preparación.
El resultado buscado con ello era, tal y como resaltaba el presidente de la APOI, Miguel de las Heras, «extraer conclusiones para seleccionar uno de los tipos de carne de cara al mercado». Para el responsable de la organización, la raza local contaba con una ventaja sobre el resto: «el tipo de alimentación que se les proporciona aquí». De hecho, los participantes son en su mayoría gente vinculada con la comercialización, de modo que la propuesta tendría unas conclusiones evidentes en los consumidores. En este mismo sentido se manifestaba Javier Serra, veterinario de biología animal y responsable de la iniciativa: «es la mejor forma de saber el nivel competitivo de las diversas razas». Él era el único que conocía lo que se estaba sirviendo de modo que el resto tanteaba las «soluciones».
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