Aprender a manejar un vehículo y saber las normas de circulación es una tarea ardua y que puede llegar a ser cara. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

«Deseo sacarme el carnet de conducir y no sé que he de hacer». Bajo esta simple petición comienza un calvario para muchos jóvenes y aquellos que no lo son tanto que en su ansiedad por hacerse con la licencia de tráfico, pueden llegar a pagar hasta 20.000 pesetas más.

Una cifra nada despreciable a la que además hay que sumar el hecho de que las aclaraciones en algunos de estos centros formativos suelen brillar por su ausencia. Basten dos ejemplos: los libros, idénticos en todos ellos, se adquieren entre las 3.000 y las 1.500 pesetas, un precio que la mayoría incluye fuera de las matrículas. La modificación de los textos respecto a otros años en virtud de la reforma efectuada en la normativa vial del 27 de julio (referente a los límites de alcoholemia y la obligación de llevar un triángulo), supone un freno a la hora de adquirir volúmenes viejos de parientes o compañeros.

Asimismo resulta paradójico que las tasas de examen y las que se pagan al Consell Insular por utilización de la pista de Santa Eulària (unas 12.000 y 2.500 pesetas respectivamente) no se especifiquen sino que se incluyan dentro del coste total, de forma que la diferencia nunca se conoce realmente.

Las prácticas, que no tienen un número concreto -ya que dependen de la habilidad y los conocimientos que ya tuviera el alumno- se valoran en un baremo cercano a las 2.900, siendo ésta la cantidad menos variable en unos centros u otros. En el lado opuesto se encuentran las matrículas que contemplan unas diferencias entre sí de hasta 10.000 pesetas, si bien ninguna rebaja el límite de las 40.000.