OSCAR RIBAS No todo el mundo quiere ser enterrado en el cementerio cuando muera. La proliferación de credos ha obligado a Pompas Fúnebres de Ibiza "la única funeraria que opera en las Pitiüses" a multiplicar sus servicios para atender esta demanda creciente. Uno de los más comunes, al margen del tradicional entierro, es la incineración del difunto "por el que optan cada vez más la gente joven y los extranjeros residentes en la isla, según Pompas" y que, debido a la falta de crematorio en Eivissa, obliga a la empresa a trasladar el muerto hasta Mallorca o Barcelona, lo que incrementa el precio debido a los portes del avión y el mismo servicio del horno.

Pero ahí no acaban los problemas para las personas que desean acabar sus días convertidos en cenizas, puesto que el Ministerio de Sanidad obliga a pasar un nuevo trámite: el embalsamiento del cadaver, que se lleva a cabo por razones de higiene en el traslado. Al final, el precio de la incineración (entre 40.000 y 50.000 pesetas) no tiene nada que ver con el coste total de la operación, que ronda las 500.000 pesetas debido a los numerosos pasos que hay que dar, como explica la responsable de administración de la empresa ibicenca, Ana Marí. «Cada año efectuamos una media de 20 traslados de difuntos a los hornos de la península o de Mallorca», comenta el encargado de los velatorios, José Valencia. Esta media se mantiene desde hace unos años, aunque en 1998 fueron sólo 18 los viajes.