Anne, Ellen de Noruega y Fátima y Grossa de Portugal, profesoras de intercambio ahora en Eivissa. Foto: EVA ESTÉVEZ.

Europa de trasfondo y los niños con necesidades especiales como protagonistas. Bajo estos dos pilares se desarrolla actualmente en Eivissa el programa Comenius, una iniciativa comunitaria en la que participan las naciones de España, Italia, Portugal y Noruega y que, en su segundo año de andadura, aboga por un planteamiento original: la incorporación de las nuevas tecnologías al apartado educativo. La experiencia pretende intercambiar intereses y posibilidades en torno a un modelo que ha ido ampliando sus perspectivas, de forma paralela a su cohesión a nivel continental, donde las distancias se reducen de manera vertiginosa. En un proceso progresivo pero efectivo, a finales de los años ochenta se adaptaron leyes y caracteres pedagógicos para integrar en las escuelas a niños con determinados problemas psíquicos o, simplemente, con una capacidad de aprendizaje más lenta que el resto. La novedad de esta incorporación y las cuestiones que cada día han de resolverse ante una diferencia que debe minimizarse al máximo, son los puntos de partida para que en el Instituto Quartó de Portmany de Sant Antoni, Anne, Elle, Grossa y Fátima compartan inquietudes y planteamientos de sus respectivas realidades. Ellas son las representantes de las escuelas de una villa a unos 60 kilómetros de Oslo y Lisboa. A lo largo de 15 días intentarán analizar in situ un esquema de enseñanza que, en principio, no les ha parecido «demasiado diferente», según propia confesión, del de sus respectivos países. María Dolores Borreguell, coordinadora del proyecto en la isla, recalca la importancia de una idea cuya meta no es sino «abordar un tema pendiente del que partimos todos de una manera más o menos igual».

No obstante, no se involucran únicamente a los docentes: los alumnos también participan con actividades y contactos en los que se busca una amplitud de sus conocimientos para poder contarrestar la ignorancia y las barreras de una sociedad que «en ocasiones convierte la escuela en un universo que debe tener su correspondencia en el exterior», señala la responsable. Los primeros obstáculos se salvan al traspasar las puertas del centro cuando las distancias se hacen patentes.