Los hay de todas las formas, colores y sugerencias. Son una fórmula publicitaria pero se han convertido además en la expresión de modas, apetencias y fórmulas de diseño con las que sus creadores compiten en ingenio y fantasía entre ellos. Factores como originalidad, vanguardia, fuerza o dinamismo son los ejes que llevan a su confección y que han conseguido consagrarlos en las calles como una fórmula más de arte urbano. Además los flyers suponen el mejor vehículo de experimentación para las nuevas tecnologías aplicadas a la cultura en el más amplio sentido de la palabra.

Eivissa, epicentro de discotecas y tendencias, es un foco ideal para estos formatos, polémicas a parte en torno a su distribución (los tiqueteros tratan de regularse desde las parcelas institucionales). Este año los protagonistas han sido los colores y las apuestas más atrevidas como fue el caso de una cápsula, imitación de una pastilla. Las caras y escenas sensuales han convivido con la discreción, según la fiesta de la que se tratara. Incluso el estilo de los setenta en su vertiente más hippie se ha convertido en estampa de una de las citas tradicionales del verano ibicenco. El final del verano es también el término de estas particulares postales del estío que anuncian las diferentes citas.