Cerca de sesenta personas de edades comprendidas entre los diez y los treinta años decidieron poner sus pies al servicio de una idea solidaria. Desde un vals de Fausto hasta el «Don't worry be happy» sirvieron en la noche del domingo para recoger fondos con los que ayudar a los refugiados de Ruanda. Fueron más de dos horas y media de baile español, can can, claqué, danzas clásicas, folklore tradicional o moderno y ballet, con los que los alumnos del estudio Capricorn -a los que se sumaron algunos voluntarios- quisieron aportar, en palabras de su directora, Sandy Plant, «un granito de arena para intentar, al menos atenuar, el dolor de un sitio que parece algo olvidado ante la cantidad de problemas que sufre el mundo hoy en día».

Aunque aún no se sabe la recaudación exacta, se puede hacer un cálculo aproximado a partir de las 1.000 o 500 pesetas que se pagaron por entrada -según fueran adultos o niños- y las cuatrocientas personas que llenaron el aforo del Casino de Eivissa, lugar donde tuvo lugar el espectáculo a partir de las nueve de la noche.

El dinero entregado será recogido por la hermana Victoria Escandell Tur, una misionera religiosa destinada en la zona y que realiza esporádicos viajes a la isla, donde reside su familia. «De esta forma -señala la responsable del centro- nos aseguramos que llegue a su destino sin ningún problema».

La idea ya se realizó hace varios años y ahora ha decidido reproducirse para que no se convierta en un mero recuerdo una realidad que, al margen de los medios de comunicación, diariamente hace sufrir y morir de hambre o enfermedad a miles de personas.