14/09/99 0:00
Cerca de sesenta personas de edades comprendidas entre los diez y los treinta años decidieron poner sus pies al servicio de una idea solidaria. Desde un vals de Fausto hasta el «Don't worry be happy» sirvieron en la noche del domingo para recoger fondos con los que ayudar a los refugiados de Ruanda. Fueron más de dos horas y media de baile español, can can, claqué, danzas clásicas, folklore tradicional o moderno y ballet, con los que los alumnos del estudio Capricorn -a los que se sumaron algunos voluntarios- quisieron aportar, en palabras de su directora, Sandy Plant, «un granito de arena para intentar, al menos atenuar, el dolor de un sitio que parece algo olvidado ante la cantidad de problemas que sufre el mundo hoy en día».
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