Pedro es del Betis. Lo sabe todo de Alfonso: nombre, fecha de nacimiento, trayectoria profesional, goles marcados la pasada temporada e incluso los hijos que tiene. Pero ayer, además, aprendió algo completamente ajeno al fútbol. Varios oficiales de la Armada española fueron por la mañana al colegio Sant Ciriac de Santa Eulària, donde diariamente acuden sesenta y nueve niños de entre tres y nueve años, a la escuela de verano organizada por la APA del centro. Se trataba de profundizar en un mundo que en sus mentes sólo se reconoce en función de las películas y los cómics. Desde la confección de nudos marineros hasta identificar el nombre del Espérides, «el buque en el que los soldados van a ver los pingüinos», según lo definió el agente Manuel, los chavales se encontraron con la sorpresa de que la realidad a veces supera a la ficción.

La iniciativa consigue así con este tipo de actividades, «dentro de un marco completamente lúdico» como señala una de las coordinadoras, Alicia León, centrar la atención de los más pequeños en otro tipo de prácticas didácticas y adecuadas para una formación completa. Manualidades, piscina, deportes o recreos se completan además con excursiones al acuario (donde llegaron a ver delfines y tiburones inexistentes) o a los bomberos y una «salida sorpresa» que aún está por concretar. Todo ello bajo la responsabilidad de cuatro monitores que velan por la seguridad de los jóvenes.

Las instalaciones de las que disfrutan están perfectamente adaptadas a los tres del grupo de educación especial, quienes, a un ritmo diferente y controlados por un fisioterapeuta y diversos especialistas, encuentran en sus compañeros un apoyo y un tratamiento que salva las diferencias.