Los once saharauis acuden cada mañana a la Escola d'Estiu, donde comparten juegos, experiencias y travesuras con niños de su edad. Los monitores explican cómo se desarrollan estas jornadas y cuáles han sido los principales problemas. Evidentemente, Víctor, uno de los monitores, destaca en primer lugar «las dificultades idiomáticas, ya que prácticamente ninguno de ellos conocía ni una línea de español». Así, Víctor ha comprobado que «las chicas son muy reservadas y suelen ir siempre juntas, y los días que está aquí una monitor que ha venido con ellos, no se separan de su lado ni un momento». Por el contrario, los chicos son mucho más «movidos y alborotadores, y en algunos casos llegan a ser hasta agresivos», aunque los monitores aseguran que eso es fruto «de la escuela de la calle».

A la hora de realizar las actividades, bien sean juegos o manualidades, la comunicación entre unos y otros se realiza a través de la mímica y la gesticulación, «dando órdenes sencillas y concisas que es preciso repetir varias veces para que puedan comprenderlas. Los monitores señalan que los niños saharauis sienten fascinación por todo lo que está relacionado con el agua; les encanta abrir y cerrar los grifos para ver como corre el agua». Además, todos ellos saben jugar muy bien al fútbol. Eso sí, prefieren hacerlo descalzos.

Joan y Magdalena tienen dos hijos "Joan y Aixa, de 11 y 9 años" y actualmente alojan en su casa a Ahmed, de ocho: «Pensamos que sería una buena obra y supondría un verano distinto y especial para los chicos». Los primeros días de convivencia entre Joan, Aixa y Ahmed fueron «un poco difíciles porque nuestros hijos "dice Magdalena" tenían celos, pero poco a poco se fue calmando la cosa y la relación entre ellos es cada vez mejor». La comunicación fue un problema que se ha ido solucionando poco a poco, ya que Ahmed «va aprendiendo un poco de vocabulario y Aixa y Joan les van enseñando algunas palabras». Sobre la higiene de Ahmed, Magdalena responde rápidamente: «Cero. Cuando llegó, se ponía de pie al borde del water, porque en sus casas es un simple agujero».