Dos millones y medio de kilómetros cuadrados en peligro. Así de rotundo es el titular que encabeza la campaña de «A fondo», una experiencia ideada por Adena y la Caja de Ahorros del Mediterráneo, (CAM), a fin de salvaguardar nuestras costas y alertar de un daño que cada día se acerca un poco más al calificativo de irremediable.
Cuatro buceadores, dos de la Policía Local, uno de las sociedades promotoras y una joven del club de Sant Antoni, encararon ayer en el puerto de la localidad el más vistoso de los dos pilares que sostienen esta iniciativa, calificados por el responsable de prensa de la organización ecologista como «una acción espectacular, la que se desarrollan los profesionales y la otra cara de la moneda, la información directa al público».
Cuarenta días de andadura a través de diez puertos, cinco en Cataluña y otros tantos en Balears, escogidos en función de la estructura global de la idea y los tradicionales condicionantes logísticos, tienen como meta final frenar el impacto mediambiental de un ecosistema muy rico biológicamente pero castigado por el turismo masivo que multiplica por diez su población habitual en verano, la presión urbanística y la contaminación. Tres factores que, a juicio del director de comunicación de la ONG, «lo han convertido en uno de los más amenazados». Basten tan sólo unas cifras: 650.000 toneladas de petróleo, 4.800 de plomo, 25.000 de zinc y 800.000 de productos nitrogenados se vierten al año en un medio cuya capacidad de regeneración es muy lenta. Deshechos que traen consigo la destrucción de la biodiversidad marina y costera, la inutilización de las playas para el uso humano o graves consecuencias para la salud y la calidad de vida.
Detrás de un enfoque positivo que plantea soluciones rápidas, y aporta consejos prácticos, hay un grupo de voluntarios, procedentes de todos los puntos del país, que respondieron al aviso de la publicación «Panda», perteneciente a la entidad y renunciaron a pasar un verano preocupándose sólo de apartar mosquitos para intentar mejorar el futuro del mundo. Manolo tiene 22 años y ha llegado desde Sevilla «porque quería hacer algo y me pareció que esta era una gran oportunidad», señala. Junto a él hay otras cinco personas más procedentes de Alicante y Madrid, que serán sustituidas por un relevo en los destinos próximos de la trayectoria.
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