El deporte como aventura y la amistad de incentivo. Dos grupos de jóvenes de nueve hasta quince años, distribuidos en dos turnos, a las seis y media los mayores o a las nueve de la mañana los más pequeños, partieron ayer desde Sant Josep hacia el Valle de Arán, en el Pirineo Occidental, dispuestos a pasar «casi quince días de diversión y riesgo», según señalaba uno de los protagonistas, David, de doce años.

Especialmente motivada por un programa de actividades que incluye prácticas de raffting, piraguas, puentes tibetanos (circuitos con cuerdas repartidos a lo largo de un trazado prediseñado), descenso por barrancos, senderismo e incluso patinaje sobre hielo, Meritxell acude por primera vez a esta experiencia que ya cuenta con siete convocatorias anteriores, que en esta ocasión compartirá con 86 chicos y que afronta «con mucha ilusión y ganas».

En el autobús, camino del aeropuerto y con su primer regalo (una camiseta), todos comentaban los cambios experimentados desde el final de curso y «lo mucho que mola» el dormir fuera de casa. Los chavales residirán en una casa de montaña y estarán a cargo de dos coordinadores ibicencos, Guisante y Santiago, que describen perfectamente su papel: «Haremos las veces de papá y mamá», acompañados de diez monitores especializados en cada una de las áreas que se van a desarrollar en el escenario leridano.