Aquí se han habilitado cinco entradas diferenciadas según los grupos de edad y en la del Camí Vell, dos. Además las entradas y salidas de los pequeños se hacen de manera escalonada y pactada previamente, para evitar aglomeraciones.
Diego Rizziardi, es el padre de Martín, un pequeño de 2 años y cuando va a recogerlo, manifiesta: «Son demasiado pequeños para aplicar muchas medidas con ellos, ya que no las entienden. La complicación es para las docentes, pero si es cierto, que los mínimos se están cumpliendo, las distancias, las mascarillas y a la escoleta entran ellos solos, dejando los zapatos fuera».
Por otra parte la higiene y la limpieza se han convertido en la prioridad absoluta con una desinfección diaria de las aulas y los juguetes que hayan podido utilizar, además de que forman grupos burbuja y no se mezclan con otras clases, ni comparten espacios.
Tanto ha crecido la demanda, que hace cinco años se abrió de forma provisional otro pequeño centro en el Camí Vell de La Mola en las instalaciones del campo de fútbol, en el que ayer empezaron el curso 24 niños de entre 1 y 3 años.
Este centro se ha ido manteniendo, para paliar la falta de plazas, a la espera de la inauguración de la nueva escoleta de Sant Ferran, que ha sufrido varios años de retraso y parece que finalmente se inaugurara el próximo 2021.
Los dos centros emplean a 23 profesionales entre educadoras, personal de soporte y dirección, a las que hay que sumar el personal de cocina y limpieza.
Los padres comprobaban ayer que las medidas que les habían avanzado en una reunión previa, para evitar contagios del Coronavirus, funcionaban a la perfección.
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