El publicista y director de cine Álvaro Aguado ha querido honrar a Formentera con su cortometraje El Club de los Argonautas. Este sevillano es experto en desengranar emociones y sacar a la luz lo extraordinario de la vida sencilla y humilde. Se ha ganado el reconocimiento y el respeto del sector y su prometedora carrera le llevó en julio a la isla para dejar su personal huella.

—¿De qué va el corto? ¿Cuál es su relación con Jordi Marí en este trabajo?
—Desde una valentía poco frecuente en altruistas como él, Jordi nos ha dado libertad para crear en Formentera una historia sobre un niño refugiado que aparece en una de las playas de la isla y sobre el amparo que recibe de sus artistas. Él ha llevado la dirección de producción y nosotros, tres andaluces amantes del vino y la electrónica, la parte creativa.

—¿Dónde y cuándo se estrenará?
—Nos encantaría que fuese en la plaza de la iglesia de Sant Francesc y que viniesen todos los que han puesto su grano de arena en el proyecto ya que es un cortometraje hecho por y para el pueblo de Formentera. También organizaremos un estreno en Sevilla, a la espera de terminar la edición del vídeo y ajustar fechas.

—En su carrera ha recibido el apoyo de figuras como Risto Mejide, ¿es él en algún sentido su mentor?
—He tenido mentores que han estado encima de mí a base de collejas para que espabilase y que para su desgracia siguen soportándome. De Risto saqué un regalo cuando en una charla, nos alumbró con el camino que debería coger la publicidad con la llegada del social media, basándose en historias que prioricen la emoción sobre la venta.

—¿En qué punto de su carrera está ahora y qué espera del corto El Club de los Argonautas?
—En un momento muy divertido, ya que cuando los clientes te dan un folio en blanco y te dejan generar contenido al gusto se hace más entretenido decir cosas y notas que están comprometidos con algo más que vender su producto. Dibujar con total libertad es un privilegio. De El Club de los Argonautas sólo espero cariño y amor del pueblo formenterense.

—El corto, se desarrolla en el Hostal La Savina. ¿Cómo fue su experiencia en el lugar, el equipo, la gente en general?
—Sí. Es el epicentro de una de las tramas, donde egoísmo y generosidad chocarán a través de dos personajes bien diferenciados. En el Hostal nos han tratado como auténticos reyes. Dos semanas en uno de los mejores sitios de la Formentera ha sido un honor y también una gran responsabilidad. La familia Marí, los empleados con los que tuvimos la suerte de estar, nos han ayudado con la producción de base. Es decir si había un problema, cualquiera estaba allí para tender la mano ya que son personas muy majas a las que estoy deseando volver a ver y a abrazar.

—El argumento habla de los personajes como de «bucaneros» y «vividores maravillosos». ¿Qué figuras son esas?
—En el antiguo Caribe un bucanero era un hombre independiente que cazaba vacas en tierra para ofrecer a los navíos que llegaban al lugar. En Formentera podría ser algo así como la hospitalidad de sus habitantes, que desinteresadamente nos abrían paso por los mejores sitios para descubrir la isla desde un punto de vista más íntimo y saber dónde sería más adecuado grabar. Un vividor es una persona que disfruta con los placeres sencillos. Y eso maravilloso.

—Asimismo, dice haber querido «conocer el entorno de Formentera desde la profundidad y la autenticidad porque existe un micro universo de bucaneros y vividores maravillosos, avalados por el amor que procesan a su tierra» ¿Qué quiere decir con eso?
—Salir del postureo de ciertos sitios donde ni el esnobismo de autofotos que apestan a inseguridad ni los yates de 800 pies sean la seña turística de Formentera. Conocer el entorno es pegarte a un bucanero, caerle bien a los que cuidan de la isla durante todo el año, intentar entender los problemas que les inquietan en las jornadas estivales, y utilizarlo siempre para ayudarlos dentro de nuestras posibilidades

—Alguna vez dijo: «Para que alguien me conmueva tengo que ver mi propia debilidad reflejada en esa persona. Sentir que lleva su rareza con maestría y que la utiliza para no ceder su posición, ya que sabe que tiene algo único e intransferible» ¿Cuál es su debilidad y su rareza?
—Es ver y sentir cómo alguien se parte los cuernos en la calle para pelear con amor por lo suyo. Sin importarle el dinero, ni la optimización económica, su lucha ha de estar más cerca de la ambición espiritual que de la monetaria. Mi rareza podría ser admirar abiertamente a esos luchadores, en quienes me quiero ver reflejado con el tiempo.

—¿Cúando le veremos de nuevo por aquí?
—A ver si nos convocan para los cierres de Formentera e Ibiza, que me han dicho que se cuece bien el bacalao. Y si no el año que viene presentaremos con seguridad la obra.