Aunque este encuentro es un lugar que reúne a mucha gente, los mercaderes coinciden en que este año la gente ha seguido acudiendo, pero las ventas han bajado. Aún así, el espíritu medieval no quedó atrás y muchos sí compraron algún que otro recuerdo o comida para alegrar el estómago.
Un punto de encuentro
«Hace 25 años que vengo al medieval. Es un punto de encuentro para muchos ibicencos que igual no vienen nunca más a Dalt Vila. Además, me gusta el ambiente y la decoración que colocan. Nos gusta todo la verdad», cuenta Carolina Bonet, una residente que se encontraba comprando una flauta de madera para su nieta, quien nada más dársela comenzó a jugar con ella.
Y es que el medieval es un lugar donde personas de todas las generaciones pasean libremente por los callejones de Dalt Vila. Entre los puestos más comunes de comida, piedras o juguetes, hay algunos que también llaman más la atención, como son los puestos de tarot. Roger Pàmies se dedica a estas prácticas y cuenta que vienen bastantes jóvenes a su puesto, algo que le sorprende, puesto que en sus consultas privadas suelen acudir personas más mayores.
Por su parte, Tatiana Ramos tiene un puesto de ambientadores y es el tercer año que participa en esta jornada. Según afirma, el jueves y el viernes fueron días flojos para las ventas, pero repuntaron el sábado. «El año pasado yo no estuve, pero los compañeros comentan que ha bajado con respecto al año pasado», detalla Ramos.
Algunos de los negocios que se pueden disfrutar de la feria son familiares, como es el de Mateu Carrasco, que es la sexta generación de su negocio. Afirma que estos días han ido «bastante bien» y remarca que los dos primeros días se dejaban ver bastantes turistas, los cuales aprovechan sus vacaciones para ver otra cara de la isla.
2 comentarios
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Este año me pareció peor que otros años. Menos animación.
El timo mercadillo (medieval)