Opinión
Psicólogos y sacerdotes
Hubo un tiempo, cuando todavía teníamos identidad, en que no se hablaba de enfermedades mentales. Eran tiempos duros que generaron hombres fuertes, sostenidos por unas firmes convicciones enraizadas en la tradición y la cultura cristianas, hoy amenazadas. Con la España feliz y la bienaventuranza económica, nos olvidamos de los referentes y nos creímos superhombres imbatibles, dando lugar a una generación de cristal débil y moldeable que navega presa de la inconsistencia. Ávida de aceptación social, esta nueva generación está ahogada por la superficialidad y el consumismo. Para sobrevivir a esta era muchos buscan un colectivo con el que identificarse o un motivo para ofenderse con el fin de hallar una identidad perdida que dote de sentido su existencia. El victimismo se ha apoderado de ciertos colectivos minoritarios que precisan llamar la atención para sentirse útiles. Lo realmente importante es ahora secundario bajo un velo wokismo que empaña la sociedad de nuestros tiempos. Ya no importa el contenido, sólo el envoltorio. El trabajo de los psicólogos es inversamente proporcional al de los sacerdotes. A medida que las generaciones han ido perdiendo la Fe y sus referentes, también se ha desvanecido la ética, generando mentes perdidas con lengua viperina y mandíbula de cristal. Ciertas oligarquías no han tardado en aprovechar esta coyuntura para instalar un relato que siga apesebrando a los jóvenes. Sin Fe, ni moral, ni valores somos esclavos de modas pasajeras, referentes sin mérito y una espiritualidad líquida sin compromiso ni obligaciones que sitúa al individuo en el centro de la existencia. En un tiempo en el que La Verdad es sustituida por la autopercepción individual, es nuestro deber ofrecer resistencia, aunque volvamos a ser sólo doce.
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3 comentarios
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Neus BucComo siempre y para variar NO se ha enterado usted DE NADA. Ya le digo, escribe usted bastante mejor que yo, por supuesto, y que muchos, pero, su comprensión lectora es "tan peculiar" que siempre deriva en lo negativo a ultranza ... ¡¡ Lease el articulo por lo menos cinco veces mas !!
Las enfermedades mentales no tienen absolutamente nada que ver con la religión ni con la práctica de la fe. Asociarlas a la falta de creencias religiosas es peligrosamente simplista. Sugerir que antes, cuando la sociedad era más religiosa, las personas eran más fuertes mentalmente es una nostalgia engañosa: lo que ocurría es que no se hablaba de salud mental, se ocultaba, se estigmatizaba o se interpretaba como pecado, posesión o debilidad espiritual. Y eso sí que era destructivo. Si algo ha hecho daño a lo largo de la historia a muchas personas que sufrían, ha sido precisamente el fanatismo religioso, la culpa impuesta, la represión moral y la negación del sufrimiento emocional en nombre de dogmas.
Ho he llegit dos vegades. Sa primera no m'ha quedat clar. Sa segona tampoc. Hi ha que anar a missa, o no fa falta?