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Desde el pasado verano de 2024, mucho se ha venido hablando de la masificación turística y sus nefastas consecuencias. En algún momento se nos quiso hacer creer que desde la política en general se había tomado consciencia de la realidad y la gravedad de la situación. Por ello se planteó desde el Govern la necesidad de aportar soluciones a dicha masificación y reconducir nuestra principal actividad económica a partir de un planteamiento de sostenibilidad.

En base a las nefastas consecuencias que la sobreexplotación turística está teniendo en nuestro día a día y en el futuro de la principal fuente de ingresos de nuestras islas, se decidió desde el Govern Balear la constitución de la denominada Mesa del Pacto por la Sostenibilidad. En un primer momento tal propuesta fue bienvenida y ante la evidencia del problema, un importante número de organizaciones y asociaciones de todo tipo aceptaron participar en la misma, ya que se suponía que a través de ella se podrían articular fórmulas para frenar lo que ya es una situación insostenible en nuestra comunidad autónoma.

Pero lo cierto es que poco duró la ilusión y la confianza en un desarrollo práctico y rápido de soluciones a aplicar y que pudieran salir de los trabajos de dicha mesa. Poco a poco numerosos integrantes de la misma la fueron abandonando, básicamente por la falta de voluntad real por parte de quienes la dirigen y gestionan, es decir el Govern, para trabajar en serio por la sostenibilidad de la industria turística. Estamos a las puertas de una nueva temporada de verano y sigue sin conocerse cuál es el listado de propuestas a poner en práctica para reconducir la situación.

La Mesa del Pacto por la Sostenibilidad ya no es un instrumento de trabajo con un amplio espectro de participación de nuestra sociedad, habiendo quedado reducida a la mínima representación real de la misma. Ante tal circunstancia y a punto de que empiece un nuevo verano, lo cierto es que poco cabe esperar de las posibles iniciativas que podían reformular el presente y futuro de la industria turística. No parece que haya voluntad real de provocar los cambios necesarios.

Se dan situaciones que resultan francamente contradictorias y parece que haya puntos de vista distintos según en qué isla se hagan las valoraciones. Sin duda, la saturación y masificación turística es mucho más evidente en las Pitiusas que en otras islas. Aquí el sector hotelero tiene claro, creo que con razón, que tal problema existe y que lo primero que hay que hacer es acabar con el alquiler turístico ilegal, ya que son miles y miles de turistas los que cada año vienen utilizando dichos alojamientos, con los problemas de toda índole que ello viene provocando empezando por el tema de la vivienda y su repercusión directa en todos los negocios y comercios vinculados al turismo.

Distinta visión parece que se tiene desde el sector hotelero de Mallorca, ya que hace tan solo unos días se hacían declaraciones en la feria turística de Berlín, la ITB, negando la saturación o masificación. Queda claro que la visión que se tiene de la situación no es la misma en una isla que en otras. Cuando se niega la realidad, está claro que están siendo cortos de miras y ni tan siquiera son capaces de ver que, aceptar la masificación y trabajar por eliminar de entrada toda la que viene provocada por el negocio del alquiler turístico ilegal, a quienes más puede beneficiar de forma inmediata es al propio negocio hotelero que oferta alojamiento reglado.

Lo cierto es que la ciudadanía que vive y reside en las islas sí que percibe esa masificación y sufre de forma muy directa las negativas consecuencias que la misma comporta. Pero además, y tal como se desprende del último estudio Gadeso sobre la cuestión, nuestra sociedad también tiene muy claro quiénes son los principales responsables de dicha masificación. Las administraciones, tanto la autonómica, como las insulares y locales, es decir nuestros políticos, con un 84 % son las que están a la cabeza de la lista de responsables; les siguen muy de cerca los hoteleros y el alquiler turístico ilegal.
Como se puede observar, todo tiene relación y, en mi caso estoy convencido que la lucha decidida y verdadera contra ese alquiler turístico ilegal, con la adaptación de la normativa y la gestión administrativa necesarias para ello, sería el paso más significativo para reducir la masificación. Y aquí es donde está la conexión, ya que quienes tienen que aprobar todos esos cambios, no son otros que nuestros políticos.

Da la sensación que se actúa solo de cara a la galería y que como siempre se hace tarde y mal. Será fácil comprobar cómo este verano de 2025, nada habrá cambiado; seguiremos con los mismos problemas de vivienda, de atascos en nuestras carreteras, de plantillas incompletas en las empresas, con trabajadores que no pueden venir y residentes que se tienen que marchar de la isla por no poder vivir en ella. Seguiremos leyendo y escuchando la preocupación de los políticos por lo que seguirá ocurriendo, pero como siempre viene sucediendo nadie se atreverá a coger el toro por los cuernos y atacar la grave situación. Tal vez cuando quieran hacerlo, podría ser tarde.