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Mucho me temo que no ha sido una buena idea que algunos acudiesen a la feria turística de Berlín porque lo que han hecho ha sido crear desconcierto en los mercados, sobre todo el alemán, y se han empeñado en lanzar mensajes que no favorecen en nada los intereses turísticos de Balears.

No me negarán que es una gran contradicción acudir a una feria turística, que recordemos que se trata de un evento para captar turistas, y al mismo tiempo pasarse todo el día hablando de masificación, de saturación, y de limitar la presencia de visitantes. Imagino a los representantes de las agencias y de los turoperadores escuchando por un lado la necesidad de captar clientes para que vuelvan a elegir Balears y, a escasos metros, escuchar cómo hay que tomar medidas urgentes contra la masificación y lamentar el exceso de turistas. Para eso, sinceramente, mejor no ir a las ferias turísticas. Para actuar como provincianos propongo quedarse en casa.

Hace tiempo que creo que movilizar a tanta gente para acudir a una feria turística es una pérdida de tiempo y de dinero. Hoy por hoy existen otros procedimientos mucho más prácticos que el montaje que suponen ferias como las de Berlín, Londres o Madrid. Mientras nuestros políticos se enfrascan en polémicas sobre cómo reducir el número de visitantes porque algunos se sienten agobiados con tanta gente por las calles y las playas, no sabemos si el turismo alemán irá bien o mal. O si han decidido elegir otros destinos mucho menos saturados y que no tengan problemas si las terrazas y los restaurantes estén repletos determinados días de la temporada alta.

Un importante hotelero mallorquín me comentaba hace unos días que en política turística no se pueden dar bandazos y por ello hay que ofrecer una imagen muy clara ante los mercados. Posiblemente hubiese sido más oportuno ofrecer soluciones claras y contundentes contra los pisos turísticos ilegales, que son el gran problema, y vetar a aquellas plataformas como Airbnb o Booking que siguen ofertando estos inmuebles sin licencia para alojar turistas.

Aprendamos de Nueva York, por ejemplo, que ha prohibido la oferta de pisos turísticos por una estancia inferior al mes, lo que evita convertir estas viviendas en alojamientos para turistas. No creo que ninguna de estas plataformas se atreva a incumplir la norma impuesta por la ciudad estadounidense.

Aquí, en cambio, además de lanzar mensajes confusos y acomplejados llevamos años diciendo que se ha llegado a un acuerdo con Airbnb para que no oferte pisos turísticos sin licencia, lo cual demuestra que al gigante estadounidense le importa un bledo las instrucciones de las instituciones insulares. Tampoco creo que haya que hacer demasiado caso a aquellos que se escandalizan ahora con la masificación cuando ellos autorizaron más de 100.000 licencias de pisos turísticos durante una legislatura. Lecciones, las justas.

Aunque pueda sorprendernos, el modelo turístico de Balears es el ejemplo a seguir en medio mundo. Destinos emergentes, y no tan emergentes, persiguen desde hace décadas poder imitar el modelo balear, que tanto irrita a algunos, para disfrutar de una economía de éxito. Porque lo que no podemos hacer es dar la culpa al turismo la culpa de todo, y últimamente de la falta de vivienda para residentes. Ese problema es mucho más complejo y la permisividad de las leyes con los okupas y los inquilinos morosos no favorecen nada que haya más oferta para residentes, además de no haber previsto más suelo para construir viviendas ante el crecimiento demográfico que vive Balears.

Creo que con la experiencia turística que tiene Balears deberían abordarse estos debates sobre masificación con más sosiego y análisis a largo plazo, pero mucho me temo que existe bastante improvisación y que la agenda la marcan todos aquellos que creen que sin turistas viviríamos mucho mejor. Y eso es un gran error.