El exportavoz de Sumar Iñigo Errejón. | Jesús Hellín

No me digan que no parece mala suerte. O simplemente uno giro de guion perfecto creado por alguien que no soporta la monarquía. Precisamente en uno de los momentos más importantes del año para la Familia Real, la entrega de los Premios Princesa de Asturias, con toda la comunidad autónoma y una ciudad como Oviedo volcados con ellos y con los premiados… de repente... casi sin darnos cuenta… zas, boom, todo salta por los aires antes una de esas noticias de las que se va a estar hablando durante días, meses y quien sabe años… los presuntos casos de abusos sexuales de Íñigo Errejón.
Y es que después de toda una vida dedicada en cuerpo y alma a hacer más felices a los demás desde distintos ámbitos de la sociedad, el día en el que vas a recibir uno de los galardones más destacados del mundo, ese con el que de una manera u otra, muchos sueñan con recibir porque premia toda una trayectoria y unos valores incontestables, ahora todo queda en un segundo plano. Lo que iban a ser fotografías entrañables, repletas de sonrisas en escuelas, junto a gaiteros, a la salida del hotel, paseando por Asturias o recibiendo el premio de la princesa ahora son fotografías que se repiten una y otra vez de un hombre de 40 años con gafas. Lo que antes era frescura y ternura ahora es seriedad, crudeza y mal rollo. Como puede cambiar todo en apenas unas horas.
Tanto que viendo las últimas fotografías antes de que estallara todo el caso de Íñigo Errejón, en las que se veía a un Joan Manuel Serrat, con camiseta, chaqueta sencilla, vaqueros y botas de trecking, sonriente como un niño en una escuela y al recibir un más que merecido homenaje, no puedo dejar de sentir malestar, tristeza y enfado por muchos motivos. Primero por lo que ha hecho sufrir a sus supuestas víctimas a las que nunca tenemos que dejar en un segundo plano dentro de esta historia, segundo porque ha conseguido hacer añicos y tirar por los suelos lo poco que quedaba en mí de aquel joven que de verdad creía que se podía regenerar la política tras el 15M y que aún había quien podía limpiar este país de la casta y finalmente porque esto a alguien como a Joan Manuel Serrat y al resto de premiados no se les hace.
Por eso, en estos días en que los que de verdad saben del tema van a escribir y opinar ampliamente sobre Errejón yo hoy me propongo darle la vuelta a la tortilla y poner en valor la figura del noi del Poble Sec, de Juanito... o del primo el Nano de Joaquín Sabina, porque nos guste o no, todos estamos en deuda con él al ser un referente musical, poético y ético de nuestro país con letras que han conseguido trascender más allá del escenario, consiguiendo ser un elemento cívico que ha unido y calmado generaciones enteras de españoles. Y todo ello, al servicio siempre de la tolerancia, los valores compartidos y la riqueza que proporcionan las distintas lenguas de nuestro país y sus culturas y envuelto en la profunda ironía y sentido del humor que siempre han caracterizados sus reflexiones y sus intervenciones. En definitiva, después de tanto escucharle y seguirle, he caído en la cuenta que posiblemente sea uno de los mejores defensores del diálogo frente a la crispación que he conocido… y eso en los tiempos que corren se hace más necesario que nunca. En definitiva, tengo la sensación de que nos hacen falta mucho más personas como Serrat en nuestras vidas y muchos menos de los que ahora están al frente de nuestra vida política.
Además, afortunadamente el premio Princesa de Asturias 2024 para Joan Manuel Serrat, aunque bien es cierto que tal vez podría haber sido concedido antes viendo sus méritos, aún llega a tiempo, cuando aún está en plena forma, aunque desgraciadamente para millones de sus seguidores retirado de los escenarios, y cuando aún podemos disfrutar de su sonrisa franca, su sencilla manera de ver el mundo pero también sus fantásticas, serias y profundas reflexiones. Y es que aunque a estas alturas de la película Serrat no necesita premios para que se reconozca toda su aportación a la sociedad, ni por supuesto una pequeña y humilde reflexión en este periódico, nunca está de más que hablen bien de tí por si aún hay algún despistado por ahí que no sepa que estamos hablando de un joven que quiso ser centrocampista del Barça pero que con el paso de las décadas ha dejado un legado que va más allá de sus canciones.
Y es que al final, como le cantaba Sabina en la canción Mi primo el Nano… «ese atorrante universal, charnego y trashumante que viene del Poble Sec, vecino de Estambul, rey de Algeciras, alquimista de las emociones que cura las heridas con canciones, es todo un lujo para el alma y el oído que saca cuando menos te lo esperas palomas de la paz de su chistera»… y porque al fin y al cabo «detrás está la gente que necesita su música bendita más que comer». Tanto que como dice Sabina… «yo de joven quisiera ser como él… porque tendría que estar prohibido un fulano así».