Un auténtico lobo de mar, asistente al Foro Marino, me dice: «Tengo claro que el mayor contaminante es el Govern y que las grandes salvadoras son las obladas». El capitán me explica que la responsabilidad política es criminal por la negligencia en arreglar depuradoras y emisarios obsoletos, que son la mayor amenaza contra la bendita posidonia y la salud de la mar balear.
Estoy de acuerdo con el consumado navegante. También he escuchado numerosas quejas de pescadores al respecto de unos emisarios de mierda que no se arreglan desde hace décadas, confiando en la bondad de las mareas y que solo salen a la luz cuando se tiene que cerrar alguna playa por insalubre. Lo que ignoraba es la gran labor de las obladas para limpiar las aguas. Esos pececillos abundantísimos que mordisquean el dedo gordo de las bañistas, que se presentan ipso facto en la popa del barco fondeado para ver si cae por la borda alguna patata frita. Tiene sentido.
El Foro también quiere más medidas contra fondeos (si es a lo Cala Salada, se acabó la náutica), el decrecimiento turístico y pretende prohibir fumar en las playas. Es cierto que hay muchos yates de cien metros repletos de marineros de agua dulce, pero dudo que el ancla de un balandro o un llaud haga tanto daño. Lo del turismo, ¡largo me lo fiáis! ante la tibieza política (y eso que Abel Matutes ya avisó hace años que en Ibiza no cabía una cama más). Lo del tabaco es regresar al fanatismo de la Ley Seca. Aunque estoy de acuerdo que las colillas artificiales y los plásticos son repugnantes, que no declaren la yihad al fumador. Lo más urgente es arreglar emisarios y depuradoras, pero los políticos se pasan la oblada.
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Lo que tenemos que depurar es nuestra clase política.