Han pasado varias semanas desde que se votó en el Congreso una moción de censura al Presidente de la Sociedad Estatal de Correos, el sr. Serrano Quintana, con el resultado de su permanencia en el cargo. Puede ser que para ud. el resultado no pase de ser una situación puntual más dentro de la avalancha de temas espinosos con los que está teniendo que lidiar durante esta legislatura. Y créame cuando le digo que entiendo que sus energías se centren en temas de más calado mediático o más, aparente, repercusión. Pero es precisamente esto lo que me anima a escribirle pues tengo la creencia, fíjese que tontería, que ud. no es consciente de lo que supone seguir dejando la mayor empresa pública en manos de una persona no capacitada para el cargo.
El resultado de dicha votación no puede ocultar el hecho de que los números y datos expuestos por el sr. Delgado como representante de la oposición son incontrovertibles. La deriva económica, la pérdida de mercado, el derroche continuo,los cargos con experiencia probada que son relegados y que acaban en la competencia,... Y por si no fueran suficientes nos encontramos con los intangibles: la sensación extendida por parte de la sociedad y del espacio político de que Correos se va a pique, la corriente desmoralizadora y desmotivadora que nos tiene a los trabajadores con el alma en vilo, sin saber qué nos vamos a encontrar a la mañana siguiente o a quién le va a tocar tener un problema por culpa de la presión de realizar un cometido imposible o sin medios adecuados para llevarlo a cabo.
El análisis de todo esto por parte de la Ministra de Transportes, y la defensa del actual statu quo en la cúpula de Correos, fue, permítame que se lo diga, rayano en el patetismo; echando balones fuera y desviando la atención hacia áreas que nada tenían que ver con el tema en cuestión. Nada nuevo por otra parte en la política actual. El sr. Serrano mantiene su faraónico sueldo gracias a la aritmética parlamentaria, la que hace posible que los señores de Unidas Podemos abjuren de su tan cacareada propuesta programática en contra de los nombramientos a dedo y de las puertas giratorias para darse un plazo más a bordo del poder. ¿Honestidad? ¿Consecuentes con sus principios? Sí, me suena que se dijo algo de esto hace mucho tiempo, en otra vida.
Por esto es por lo que me dirijo a ud. Sr. Presidente, porque me resulta imposible de asimilar que no ve que este asunto necesita un cambio de rumbo con un patrón que sepa lo que hace, con eficacia probada en gestión y que no deba su cargo a su fidelidad/amistad con ud. Decía Helen Keller, escritora sordociega, que peor que no tener vista es no tener visión. Pues bien, Sr. Presidente, aplíquese el cuento y demuestre que es capaz de enderezar la nave, de reflotar una empresa pública que ha sido emblemática, de alejar los fantasmas de una posible privatización y de mantener operativos los 52.000 puestos de trabajo de personas que, no nos olvidemos, ejercen su derecho al voto en las urnas.
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