Agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil en los Juzgados de Ibiza. | Daniel Espinosa - Archivo
Si usted está leyendo estas líneas implica, entre otras cosas, que el asteroide 2009 JF1 no ha impactado contra la Tierra o, al menos, la cosa no ha acabado en Armagedón. En los últimos días ha corrido como la pólvora que la NASA había anunciado el fin del mundo para este 6 de mayo. Un pequeño fraude viral en un 2022 de vértigo. Un año bravo que este fin de semana se plasmó en unos ‘openings' tan ansiados e impetuosos como para engrasar varias páginas de La Sal, la contracrónica dominical de las cosas que pasan en Ibiza. La siesta o sobremesa del sábado dejó un primer impacto o sobresalto entre los vecinos de la avenida Ignasi Wallis con el episodio firmado por un conductor que empotró su coche contra un árbol. Tras el siniestro, el individuo pisó el asfalto y se evaporó dejando allí su turismo destartalado y humeando. Apenas dos horas después, un turista alemán era hospitalizado con el rostro abierto por un navajazo. El joven trató de recuperar por su cuenta los efectos que horas antes le habían robado de su casa y el delincuente le desfiguró la cara con un arma blanca. 30 puntos de sutura y cirugía maxilofacial. Pasada la medianoche era un británico el que se precipitaba en el baluarte de Santa Llùcia.
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